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La adversidad suele ser parte inherente a la condición humana. Es algo que de una u otra forma experimentan en algún momento las personas y las sociedades. Lo que las diferencia es la manera en la cual reaccionan a la adversidad. Tanto para las personas como para las sociedades, puede afirmarse que la adversidad es una prueba que revela su carácter, su entereza y sus capacidades. La forma como las naciones responden a la adversidad es un buen indicador de su nivel de coherencia social y de la calidad de sus dirigentes.
La reacción inteligente a amenazas a la supervivencia nacional puede dar lugar a transformaciones económicas y sociales de gran envergadura. Durante la Guerra Civil en Estados Unidos, (1861-1865), el presidente Abraham Lincoln obtuvo la aprobación de medidas legislativas para asignarles parcelas familiares a futuros colonizadores del Medio Oeste; para permitir la conexión ferroviaria con el litoral Pacífico; y para hacer las donaciones de tierras federales que servirían de patrimonio propio para dotar numerosas universidades regionales. En medio de la angustiosa situación del Reino Unido durante la segunda Guerra Mundial, (1939-1945), el Beveridge Report de 1942 recomendó introducir las reformas sociales que se plasmaron en el establecimiento del Estado Benefactor y en la creación del Servicio Nacional de Salud.
En lo que respecta a la calidad de liderazgo, sobresalen los ejemplos de Angela Merkel, Canciller de Alemania y Jacinda Ardern, Premier de Nueva Zelanda. La forma como han manejado el impacto de la pandemia en sus respectivos países tiene varios elementos comunes. Sus decisiones están basadas en la evidencia científica y en el consejo de especialistas; transmiten empatía con el sufrimiento de las víctimas y de sus familias; y se comunican con sus compatriotas con sinceridad, sin ocultar la magnitud de los problemas que habrá que enfrentar con el fin de superar la crisis. Donald Trump y Jair Bolsonaro son ejemplos de liderazgo gubernamental deplorable.
La lista de países cuyos gobiernos pueden mostrar resultados favorables en la reacción al covid-19 también incluye a Australia, Canadá, Dinamarca, Portugal y Corea del Sur, entre otros.
La coincidencia de la pandemia y el colapso internacional del precio del petróleo representa un choque económico sin precedentes recientes para Colombia. Las cifras del segundo trimestre permitirán conocer la magnitud de la caída que ha tenido lugar en la producción y el empleo. Se van a requerir varios años para recuperar una trayectoria de crecimiento sostenible.
Por otra parte, la reacción de las autoridades y de la sociedad civil a la adversidad ha sido positiva. En términos generales, el país ha actuado con disciplina y solidaridad. Para enfrentar a la crisis, Colombia ha podido girar sobre varias de sus fortalezas: un sistema de salud de calidad, empresas prósperas, un sector financiero solvente y suministro adecuado de energía eléctrica, gas y combustibles. Una debilidad es la informalidad, producto de las distorsiones del régimen laboral. Otra es la excesiva dependencia del petróleo, por no haber diversificado las exportaciones.