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Los eufemismos utilizados por la comunidad internacional para clasificar a los países según su nivel de desarrollo económico se prestan a confusiones conceptuales. No se considera de buen recibo describir a un grupo numeroso de países como pobres o atrasados. Así mismo, en el siglo XX entró en desuso la expresión ‘países civilizados’ para describir a las potencias europeas y justificar el colonialismo en función de su misión civilizadora.
La realidad es que hay unos pocos países ricos y muchos países menos ricos, algunos pobres e indigentes. Diferenciarlos da lugar a cierta incomodidad diplomática.
Cuando Gustavo Petro estaba en la oposición, una vez dejadas las armas e incorporado a la actividad política electoral, dedicó buena parte de su habilidad retórica a imponer el relato de que, mientras estuvo gobernada por élites depredadoras, Colombia era un país miserable, con el peor sistema de salud del mundo. En cambio, ahora, bajo un gobierno ilustrado, se refiere a la eventualidad de que Colombia ingrese al G20 y describe a esa entidad como el grupo de países ricos del mundo. Estaba desenfocado cuando proclamaba el miserabilismo nacional. Y está desenfocado cuando percibe a Colombia como eventual integrante del grupo de países ricos.
Colombia no era un país miserable siendo miembro de la Ocde, como beneficiario de acuerdos de libre comercio con las democracias occidentales, como socio estratégico de Estados Unidos y socio global de la Otan. Tampoco es un país rico en la actualidad. Es una nación de economía emergente y un nivel de ingreso por habitante de nivel medio alto.
Para comenzar, conviene identificar a los países ricos, que son siete: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido. Tienen un nivel promedio de ingreso anual por habitante del orden de US$50.000. Esos países conforman el G7, al cual también pertenece la Unión Europea. El G7 es el núcleo duro de Occidente, definido como el portaestandarte de un conjunto de valores caracterizado por la democracia liberal, el imperio de la ley, la economía de mercado y la protección de los derechos humanos.
No sobra señalar que estos países ricos comparten las características de ser democráticos y tener economías capitalistas. También hacen parte de Occidente naciones como Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y otras, que suscriben los valores mencionados.
Como contraparte al orden internacional promovido por Occidente, hay un grupo de autocracias liderado por los gobiernos de Xi Jinping de China y Vladimir Putin de Rusia, que intenta ofrecer una alternativa internacional a la democracia liberal.
En el G20, participan, además de los países ricos, países de importancia regional del resto del mundo tales como la India, Indonesia y África del Sur. Se pueden decir bastantes cosas elogiosas sobre estos países, pero no que son ricos. Entender bien esta diferencia le hubiera evitado al presidente Petro decir tonterías en un foro internacional.
