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A raíz de la Visión Alternativa de 2018, el prestigioso economista brasileño y buen amigo, Edmar Bacha, me lanzó el desafío de sugerir cómo podría crecer Colombia más, dadas las restricciones externas. Por crecer más, se entiende a un ritmo superior al modesto 3% a 3,5% que dan por descontado los analistas y los organismos internacionales para este año. Para responder al desafío, se hace necesario pasar de mirar la macroeconomía, donde hay una relativa estabilidad, a los temas de la microeconomía, donde el campo para la mejoría es extenso.
Al hacer ese ejercicio, se encuentra que el ámbito de la microeconomía registra abundantes ejemplos de distorsiones que perjudican el crecimiento. Adicionalmente, se encuentra que esas distorsiones, sistemáticas y continuadas, tienden a favorecer a unos pocos, a expensas de la mayoría de la población. Dicho de otra manera, las distorsiones microeconómicas que entorpecen el crecimiento vigoroso no son accidentales. Son deliberadas y tienen dueños. El mapa de las distorsiones microeconómicas coincide con el mapa de los grupos con poder para influir sobre las políticas públicas en beneficio propio. Para utilizar una metáfora brasileña, si usted encuentra una tortuga en un árbol, puede tener la certeza de que alguien la puso ahí. Buena parte de la actividad gremial en Colombia consiste en colocar tortugas en los árboles y argumentar que ése es el estado natural de cosas que debe preservarse a toda costa.
Doy por sentado que en materia macroeconómica se mantienen la regla fiscal, el régimen de inflación objetivo y la tasa de cambio fluctuante. Partiendo de esa premisa, sugiero que para crecer más se requiere una acción gubernamental decidida que cumpla los siguientes propósitos: que conduzca a profundizar la inserción del país en la economía internacional; que promueva una vigorosa competencia en la actividad empresarial; y que contribuya a darle mayor flexibilidad a la economía. Estos factores, inserción en la economía mundial, competencia empresarial vigorosa y énfasis sobre la flexibilidad se refuerzan mutuamente. Contienen la clave del dinamismo económico.
Las preferencias reveladas por las decisiones gubernamentales son las de intensificar el proteccionismo y reducir la competencia. La aversión al libre comercio está lesionando las relaciones con Ecuador, Perú, Nueva Zelanda y la Unión Europea. Hay aranceles de 80% para bienes de la canasta básica.
Innovaciones tales como Uber, Rappi, Airbnb, Tosta’o y Amazon dinamizan la economía, crean nuevas fuentes de empleo y favorecen a los consumidores. Por ser disruptivas, tienden a incomodar a las firmas establecidas. Estas nuevas formas de hacer negocios caracterizan al mundo contemporáneo. Se deben resistir las gestiones de los sectores gremiales interesados en restringirlas.
En resumen, la respuesta al desafío de Edmar Bacha contiene dos partes. La primera es que, con políticas adecuadas, Colombia sí podría lograr un mayor crecimiento en 2019. La segunda es que eso conllevaría contrariar intereses gremiales y políticos para los cuales resulta preferible el crecimiento mediocre que producen el proteccionismo, la menor competencia empresarial y una economía menos flexible.