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Según el historiador francés Marc Bloch, “la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado”. Esa afirmación adquiere especial relevancia cuando la ignorancia es inducida por la autoridad política. Los regímenes autoritarios le asignan prioridad a deformar el relato histórico para acomodarlo a sus propósitos. Para lograr ese fin, modifican determinados hechos, omiten otros, o simplemente los inventan. En el desenvolvimiento de ese proceso tienen presente la máxima de George Orwell de que “quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado”.
Así, por ejemplo, cuando se celebró el centenario de la fundación del Partido Comunista Chino en Shanghái en 1921, se omitieron eventos tales como la hambruna en la cual perecieron millones de personas durante el Gran Salto Adelante promovido por Mao Tse Tung, las violaciones masivas de los derechos humanos durante la Revolución Cultural y la masacre de estudiantes reclamando democracia en la Plaza de Tienanmén de Pekín el 4 de junio de 1989. Las conmemoraciones de esa masacre que tenían lugar en Hong Kong cada 4 de junio han sido descontinuadas.
Durante la dictadura de Stalin en la Unión Soviética, se suprimían las fotografías o las referencias a ciertas personalidades comunistas según cambiaban las circunstancias políticas del momento. Eso explica el siguiente diálogo en un programa humorístico-y subversivo- denominado Radio Ereván, durante el cual un especialista en marxismo atendía las inquietudes del auditorio.
Pregunta. ¿Bajo el socialismo, es posible predecir el futuro?
Respuesta. Afirmativo. Bajo el socialismo, el problema de predecir el futuro está resuelto. Lo difícil es predecir el pasado.
En sociedades democráticas altamente polarizadas, se puede tratar de imponer un relato parcializado, dependiendo del grado de control social que se tenga. Mientras fue posible suprimir el derecho al voto de los ciudadanos Afroamericanos en el Sur de los Estados Unidos, se logró establecer un relato según el cual la causa de la Guerra Civil de 1861 a 1865, el conflicto bélico más sangriento del siglo XIX no fue la esclavitud, sino un malentendido entre el poder del gobierno federal y los derechos de los Estados. Los gobiernos de los Estados Confederados decoraron los espacios públicos con estatuas de quienes empuñaron las armas contra la nación. En la medida en que los ciudadanos Afroamericanos han adquirido poder político a través del sistema electoral, esos símbolos de supremacía blanca se han ido desmontando.
Tanto Juan Domingo Perón en Argentina como Hugo Chávez en Venezuela lograron imponer su propia versión del relato histórico nacional.
Los dirigentes de un grupo terrorista de los años setenta con bastantes crímenes a su haber están procurando glorificar su pasado y presentar sus fechorías como parte del patrimonio colectivo.
Insistir en la verdad debe ser un componente esencial de la defensa de la democracia colombiana. Es inadmisible permitir que, en aras de la reconciliación nacional, se intente secuestrar la historia.