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Analistas 19/12/2024

Un símbolo de occidente

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

En un año que termina con incertidumbre económica y turbulencia geopolítica, es satisfactorio destacar dos eventos internacionales recientes que levantan el espíritu e invitan a la esperanza. Uno de ellos tuvo lugar en París, el otro en Montevideo.

La buena noticia desde París es la restauración exitosa de la catedral de Notre Dame, después del incendio de abril de 2019, que amenazó con provocar su colapso. Tanto la semidestrucción de la catedral como su reapertura, después de cinco años de intensa y cuidadosa labor de limpieza, refuerzo y restauración, tuvieron una resonancia mundial que trasciende los límites de Francia y del ámbito estrictamente religioso.

Notre Dame, obra maestra de arquitectura gótica, fue construida entre los siglos XII y XIV de nuestra era. Asociada a la identidad de París y de Francia, la catedral es percibida como un ícono histórico de la civilización occidental. Habida cuenta de los recursos tecnológicos disponibles e la Edad Media, el tamaño y la magnificencia de la obra eran, a la vez, un homenaje a Nuestra Señora y una demostración al mundo de lo que era capaz, lo que en esa época se denominaba la cristiandad y ahora conocemos como occidente.

Al constatar la magnitud del desastre en 2019, el presidente Emanuel Macron adquirió el arriesgado compromiso de que, en un plazo de cinco años, Notre Dame recobraría su antiguo esplendor y volvería a abrir sus puertas.

La restauración de Notre Dame requirió la labor de miles de artesanos y tuvo un costo de US$900 millones, obtenidos por medio de donaciones privadas.

El 7 de diciembre, luego de que el arzobispo de París, Laurent Ulrich, abriera ceremonialmente sus puertas, el presidente Macron celebró la reapertura de Notre Dame. Durante el acto, al cual asistieron dignatarios extranjeros, volvieron a sonar las campanas de la catedral. Haberlo logrado con esmero en el plazo estipulado fue una proeza. Tal como ocurrió en la Edad Media con su construcción, la restauración de Notre Dame fue una demostración de la resiliencia y la fortaleza de occidente.

La buena noticia de Montevideo fue la firma del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur, en una ceremonia a la cual asistieron los presidentes de los países miembros de Mercosur y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Durante años se había intentado infructuosamente que las dos partes pudieran ponerse de acuerdo para suscribir un tratado de libre comercio.

Es significativo haberlo logrado ahora, cuando soplan vientos proteccionistas en la economía internacional. Para los gobiernos de Argentina y Brasil, este acuerdo representa una rectificación de la actitud adoptada en 2005, cuando junto con el gobierno de Venezuela, rechazaron la oferta de Estados Unidos de conformar una asociación de libre comercio a escala hemisférica. Un error,, dado el cambio que ha tenido lugar en Estados Unidos.

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