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Frente al proteccionismo de Donald Trump, los países de América Latina muestran su solidaridad. La hostilidad económica de Estados Unidos podría llevar a una reconciliación histórica entre los países de la Alianza del Pacífico y el Mercosur. La llegada al poder del presidente Donald Trump en los Estados Unidos ha iniciado un cambio fundamental en América Latina. Mientras que el nuevo presidente de Estados Unidos tiene una política agresiva hacia México sobre la inmigración y el comercio, los países de la zona se unen y se multiplicaron las muestras de solidaridad con el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Entre enero y febrero de 2017, los presidentes de Ecuador, Argentina y Brasil, mostraron su solidaridad al invitar a México a acercarse a Mercosur, el área de libre comercio que reúne a varios países de América del Sur. Observamos señales similares que también vinieron de Uruguay, Bolivia y Chile.
Actualmente, los países latinoamericanos se comparten entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, dos organizaciones regionales. Por un lado, el Mercosur fue creado en 1991, incluye a Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela (actualmente suspendido) y cinco miembros asociados. Por otro lado, la Alianza del Pacífico que se fundó en la Declaración de Lima de 28 de abril de 2011, reúne a los cuatro países fundadores, que son México, Colombia, Chile y Perú. Recordemos que la Alianza del Pacífico está destinada a ser a corto plazo una zona de libre comercio, ya que se ha eliminado 92% de los aranceles.
Sin embargo, el proteccionismo de Estados Unidos ha convencido a sus economías de la necesidad de potenciar el comercio intrarregional. En los últimos años, la situación ha cambiado en la zona: 2015 el final del kirchnerismo en Argentina y el comienzo de la presidencia de Mauricio Macri. En Brasil, Dilma Rousseff fue depuesta en 2016 y Michel Temer llegó al poder. Dos hombres mucho más abiertos al liberalismo y el libre comercio de lo que fueron sus predecesores y, por tanto, más compatibles con la lógica pragmática de la Alianza del Pacífico. Un primer paso en esta dirección se hizo el año pasado. Mauricio Macri asistió a la reunión anual de los países de la Alianza del Pacífico en calidad de observador. Una señal clara a favor de fortalecer los lazos. Los líderes de Argentina y Chile, Mauricio Macri y Michelle Bachelet, son actualmente los respectivos presidentes temporales del Mercosur y la Alianza del Pacífico y están decididos a utilizar esta oportunidad para llevar a cabo un acercamiento entre las dos organizaciones.
Durante el Foro Económico Mundial sobre América Latina, el 5 y 7 de abril de 2017 en Buenos Aires, los ministros de Chile, Colombia y Perú le expresaron su apoyo al mexicano José Antonio Meade e insistieron en afrontar la amenaza en bloque. Chile, país que ha firmado alrededor de 180 acuerdos bilaterales de libre comercio, recordó los beneficios del plan de acción comercial; con la apertura del comercio pasó de 39% de pobreza a 11% de pobreza.
La elección de Donald Trump puede ser un impulso inesperado para la integración regional de América Latina. El potencial inter-bloque es para los mercados de bienes y servicios, pero también para los mercados financieros. La Alianza del Pacífico tiene un impacto muy significativo con la apertura del comercio con Asia Pacífico, mercado de alta calidad; será el salto cualitativo que la región necesitará. El ministro de Hacienda colombiano, Mauricio Cárdenas, subrayó que los países de la Alianza del Pacífico ya han actuado en bloque en foros internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sugirió hacer lo mismo para aumentar la integración con el Asia Pacífico.
Del punto de vista del sector público, las grandes empresas miran cada vez más las oportunidades en América Latina. Eso será un reto y desafío para la integración regional en términos de gastos de transporte; la infraestructura y toda la logística necesarias tienen que ser más eficientes para que el continente suramericano sea un actor para el desarrollo económico de la región e internacional. La perspectiva analizada por dos economistas, Romer (1986) y Lucas (1978) sobre la política de inversión pública con uno de los trabajos económicos empíricos, concluyó que la inversión en infraestructura tiene un impacto macroeconómico significativo sobre las tasas de crecimiento de los países a largo plazo. Los retos son para una América Latina productiva, unas políticas de desarrollo productivo necesarias para impulsar la diversificación económica, la sofisticación y la productividad para promover el crecimiento económico.
Hoy en día, el plan de acción es aumentar el comercio intrarregional e internacional para una prosperidad más amplia. América Latina está en un momento capital de fortalecer la unión que tendrá un fuerte impacto para el futuro de la integración regional. La lógica es simple: antes del cierre del mercado estadounidense para las exportaciones de América Latina, los países de la Alianza del Pacífico ahora quieren reforzar el compromiso con el libre comercio y el multilateralismo para poder mirar en otras direcciones: la vieja Europa y Asia emergente.