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Señor Presidente, la inestabilidad en la fuerza pública no es un buen mensaje institucional.
Esta semana se materializó lo que se preveía desde hace varios días sobre el general Henry Sanabria. Sanabria hizo bien su trabajo y es un general comprometido con el servicio, pero sus convicciones espirituales, que tiene todo el derecho de tenerlas y expresarlas en su fuero personal, estaban haciendo fricción a todas luces con su fuero de director de la Policía.
El ministro de Defensa, Iván Velásquez, no ha sabido responder hasta ahora al desafío que significa estar al frente del poder y la toma de decisiones en la seguridad y soberanía del país. Hay una evidente pérdida de control territorial que está poniendo en mayor riesgo a varias regiones y la motivación de los hombres de las fuerzas, que es fundamental para poder dar resultados, no se percibe en ninguna parte. Grave.
Dos secuestros masivos de policías y militares en poco más de un mes es un mensaje incomprensible y peligroso para los violentos e incluso para los civiles que no quieren tramitar los conflictos.
Los contrastes de su Gobierno dan cuenta de hechos positivos y negativos. En lo positivo, está siendo usted referenciado como una personalidad influyente en el mundo. El peso tuvo un muy buen comportamiento frente al dólar en los últimos días y el Gobierno está dando muestras de querer solucionar los problemas de vivienda.
En lo negativo, los cambios disruptivos en los mandos de las fuerzas dejan ansiedad y desequilibrio. Y la falta de conocimiento sobre cómo debe responder un policía frente a un civil que lo amenace con un machete vulnera la legitimidad del Estado.
El canciller Álvaro Leyva es problemático. Está más ocupado en sus peleas personales por la dignidad de los nobles Jesús Santrich e Iván Márquez, que por recuperar las relaciones con Perú, nombrar cónsules y embajadores preparados y lograr un buen ambiente laboral en sus propias oficinas.
Pero lo más grave para el performance de su administración es la paz total. Señor Presidente, nadie le copia al comisionado Danilo Rueda. Ni el clan del Golfo que le hizo un paro armado minero; ni el ELN que hace emboscadas en la madrugada asesinando adolescentes; ni siquiera los paras con los que se reúne; ni los ex negociadores que alertan sobre la posible inconstitucionalidad de nuevos tratados de paz con parte de las disidencias.
La paz total hoy no es más que un idilio impracticable lleno de narrativas y desorden que en la realidad está generando más violencia y el aprovechamiento del momento de los narcos, dichosos con la pausa de la erradicación y los problemas administrativos en la Policía.
Señor Presidente, dicen que usted es una persona que maneja tiempos diferentes. Prueba de ello es la ausencia de designaciones clave para varios cargos. Pero su “timing” no puede ser para siempre. Mucho menos en las negociaciones con criminales, por más veneraciones que el canciller Leyva les conceda.
Pdta: revise lo que está pasando en la Aeronáutica Civil. Altos asesores del director se reúnen en almuerzos privados con contratistas exitosos en medio de decenas de denuncias de corrupción por miles de millones.