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Analistas 10/08/2024

Así han sido dos años de Petro y de cubrir a Petro

Santiago Angel

Cubriendo a Petro se duerme poco. En mi trabajo como editor político de un periódico se trasnocha todos los días y las agendas son cambiantes. El Presidente suele hacer anuncios por las tardes en sus discursos que modifican toda la continuidad y las páginas del día siguiente, lo que significa un trabajo desgastante. Hay que hablar de sus polémicas, de sus globos y de los insultos a la prensa, que son diarios, amenazantes y retadores para el periodismo. Sin desconocer los errores que hemos cometido los periodistas.

Petro es un mandatario sin protocolo. Su Gobierno tiene una lectura de grises, igual que todos los gobiernos que deben ser analizados desde la complejidad de sus apuestas y resultados. Aquí están las mejores cosas, las peores y las más ambiguas de su discurso con las pretensiones de cambiar a Colombia.

La economía no va como muchos la esperaban al inicio de su mandato, pero hay sectores parados. Los resultados generales no son negativos para Petro. La inflación bajó, la inversión no se ha ido, el desempleo ha llegado a cifras de un dígito y los números sobre la reducción de la pobreza son alentadores. No todos los buenos resultados son debidos al trabajo exclusivo del Gobierno, pero hay que decir que el dólar se ha mantenido estable y el apocalipsis que algunos creían que iba a ocurrir hasta ahora no sucedió. Colombia no es un fracaso económico en la región. Aquí preocupa el sector vivienda que ha estado detenido durante varios meses sin que el Gobierno logre cambiar la tendencia y la falta de confianza debido a los mensajes contradictorios del mandatario sobre todos los temas, pero especialmente sobre los hidrocarburos y su terquedad frente al abandono de la exploración y la explotación en un momento necesario. Esto, junto a programas de transferencias a sectores que lo necesitan, la política pública de los caminos comunitarios para vías terciarias y los avances en tierras puede ser lo mejor de su Gobierno. Con todo, Petro aún está muy distante de las metas que él mismo se trazó. En tierras dijo que debían comprarse tres millones y hasta ahora van 184.000 hectáreas y una preocupante defensa de la expropiación administrativa.

Ahora hablemos de lo malo. Esto es sin ninguna duda la enorme corrupción que no pudo parar y sus ataques a las instituciones como la prensa que son constantes, dañinos y que ponen en riesgo la integridad de periodistas todos los días. Petro dijo en su alocución del miércoles que “cualquiera que tuviera una sospecha más o menos creíble de corrupción sale de su Gobierno”. Eso no es verdad. A Carlos Ramón González, exdirector de Inteligencia, solo lo sacó cuando ya era inevitable por la carga de las acusaciones en su contra. Pero en sus puestos siguen el ministro de Haciendo, Ricardo Bonilla, que aparece en chats direccionando contratos para que congresistas le aprobaran crédito, y César Augusto Manríquez, director de Función Pública, mencionado por Olmedo López como cabeza del organigrama del robo. Petro mantiene en su cargo de embajador a Armando Benedetti, lo que es una vergüenza, y ha defendido a su hijo Nicolás que debería estar en la cárcel por los delitos que él mismo confesó.

Los ataques a la prensa han pasado todo tipo de límites. De sus misiles orales son víctimas todos los periodistas que levanten una crítica o una indagación sobre su gestión. La libertad de prensa es inevitable y fundamental para la democracia. Petro sin ambages la ha deteriorado y amenazado.
Finalmente, lo ambiguo es su discurso sobre la pulcritud en la política. Petro decidió echar a la basura la experiencia técnica y despreciarla. Por eso mismo muchas políticas públicas y promesas de campaña están en veremos y hay tantísimas peleas internas por el poder en entidades y en la propia Casa de Nariño. El cambio también significó un cambio de la experiencia por los activistas y los radicales que no saben de gestión ni administración.

Con dos años de Gobierno restantes el presidente debería dejar de darle tiempo a un autócrata que ante los ojos del mundo se robó las elecciones de Venezuela, menguar sus ataques a la prensa libre que debe investigarlo y criticarlo y recuperar en el acuerdo del que tanto habla el tecnicismo y la experiencia de sectores políticos moderados. En lo económico Petro no va tan mal, pero como jefe de Gobierno sí es un mal líder que no da ejemplo y que convoca a la división. Ojalá se dé cuenta pronto.

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