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En junio de 2023 publiqué en estas páginas una columna que cuestionaba al presidente Gustavo Petro por su aseveración sistemática del golpe blando en la que obviaba los hechos de corrupción sobre sus designados en el Gobierno, la lamentable historia de ambición de su hijo, y la crisis que para entonces ya se había desatado entre Armando Benedetti y Laura Sarabia.
Pero también hablé en estas páginas del extraño papel del fiscal Gabriel Jaimes, quien era el jefe de fiscales delegados ante la Corte Suprema, y los casos de Armando Benedetti. En ese momento, ante la posesión de Benedetti como embajador en Venezuela, sus procesos habían sido enviados desde la Sala de Instrucción de la Corte a la Fiscalía. Había una confusión sobre quién debía tener la prioridad en la investigación tras la pérdida de fuero y finalmente los casos quedaron en la oficina de Jaimes.
Uno de ellos estaba muy avanzado: enriquecimiento ilícito y lavado de activos. Para la Corte, era claro entonces que Benedetti no había logrado responder de dónde había sacado el dinero suficiente para tener un apartamento en Bogotá, uno en Barranquilla y una casa en Puerto Colombia, además de numerosos giros de dinero al exterior. El caso estaba a punto de tener una decisión en la Corte, pero esto tuvo un extraño retraso y terminó en el despacho de quien era jefe de fiscales delegados ante el tribunal.
Pero Jaimes no hizo mucho con el expediente. Cerró una de las etapas de la investigación y durante meses el proceso, igual que otros que habían sido enviados a la Fiscalía, se quedaron esperando el polvo del olvido. Cuando el alto funcionario volvió como embajador esta vez a la FAO, en Roma, la Corte decidió definitivamente que por el fuero le correspondía investigar y llevar a juicio al alto tribunal y todos los casos que estaban en el ente acusador regresaron ya en la administración de Luz Adriana Camargo.
Cuando publiqué la columna cuestionando las decisiones de Jaimes, este llamó a mis jefes para presionar un reclamo en mi contra. Por supuesto eso no sucedió, porque el fiscal, que se creía muy poderoso hasta para intimidar a periodistas, no entendía bien del respeto al trabajo de los reporteros en las organizaciones serias de medios.
Los audios que Sarabia le entregó a la Fiscalía vuelven a mencionar a Jaimes. Según Benedetti, él estaba “muy bien ranqueado allí”, refiriéndose a la Fiscalía, y había hablado con Jaimes para, entre líneas, garantizar que no le pasara nada y lo pudieran nombrar en cualquier puesto.
Me parece que el fiscal Jaimes le debe una explicación al país. Esta misma pregunta se la hice en vivo al exfiscal Francisco Barbosa y contestó que creía que esto podía deberse a que en ese momento había mucho trabajo y el fiscal estaba concentrado en el caso Uribe, en el que esa administración solicitó la preclusión hasta tres veces.
Pero el caso Benedetti no era menor ¿Es verdad exfiscal Jaimes que Benedetti se reunió con usted? ¿Es cierto que estaba muy bien “ranqueado” con usted y que le dijo en resumen que no iba a pasar nada? ¿Un fiscal hablando con sus investigados?
La lentitud de esa oficina de fiscales para investigar el proceso de Benedetti sigue siendo inexplicable. El caso está otra vez en la Corte y hay un magistrado que ha retrasado varias veces las decisiones. Allí hay otras preguntas.