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¿Para dónde va el Presidente? No lo sabemos, nadie lo sabe. El Presidente habló por primera vez de la necesidad de que “el país vaya hacia una asamblea nacional constituyente” desde Puerto Rellena hace dos semanas. Luego, en su semana de gira por Córdoba, Sucre, Bolívar y Antioquia, Petro modificó el término y migró hacia un “proceso constituyente”, que nadie entiende, nadie sabe qué significa y nadie ha logrado determinar.
Quizás la pregunta más urgente es: ¿esto significa que el Presidente se va a saltar el Congreso? La única forma en la que se puede convocar a una asamblea nacional constituyente es vía proyecto de acto legislativo en el Congreso, con revisión previa de forma de la Corte Constitucional, y luego una votación de la tercera parte del censo electoral.
Pero para un “proceso constituyente” nadie sabe. En Casa de Nariño tampoco hay claridad sobre los tiempos y los términos de la idea del Presidente. Algunos dicen que podría incluso ir más allá de 2026 y otros aseguran que es un globo de Petro que no va a terminar en nada porque no tiene la fuerza política suficiente y tampoco las posibilidades electorales.
Hay dos coyunturas importantes para entender la propuesta. La reforma a la salud, que está a punto de hundirse en la Comisión Séptima de Senado, y la reforma pensional, que podría pasar en el Congreso. La de salud no tiene consenso porque el Ministerio desde la administración Corcho se negó a realizar los cambios de las proposiciones de los partidos tradicionales.
La de pensiones tiene un camino opuesto. Esta recoge consensos, los ministros de Hacienda y de Trabajo parecen estar escuchando a la sociedad civil y se han visto dispuestos a ceder sobre el debate de fondo: si las cotizaciones deben ir desde los 3 salarios mínimos mensuales a Colpensiones, o si puede ser desde 1, 1.5, o 2. Una fuente del Partido de La U dijo que: “estaríamos dispuestos si el Gobierno pide 3, nosotros 1,5 y que se ajuste en 2”.
Esto es importante porque lo que plantea el Gobierno es que todas las cotizaciones a pensiones de trabajadores que ganen hasta tres salarios mínimos vayan directamente a Colpensiones y después de tres a los fondos privados, pero Asofondos argumenta que si eso ocurre se siguen subsidiando grandes pensiones y además se eliminaría cerca de 80 % de las cotizaciones a los privados, lo que no dejaría sentido a ese modelo de mercado acabándolo de tajo.
La reforma pensional la construyó José Antonio Ocampo y tiene el respaldo de respetados economistas que han sido críticos del Gobierno como Marc Hofstetter, que explica bien el tema en su última columna para El Espectador.
El Presidente se enfrenta entonces a una importante dualidad: Si el Congreso no aprueba la de salud, lo está bloqueando, dice Petro, y hay que hacer un “proceso constituyente”. Pero si el Congreso aprueba en consenso la reforma pensional, ¿qué?
Si la reforma pensional se aprueba con modificaciones, esto dejaría por el piso la teoría del bloqueo, el golpe blando y la necesidad de una constituyente. Y el Gobierno se vería obligado a presentar de nuevo una reforma sensata a la salud, que es lo que hacen los gobiernos serios, democráticos y que tienen la capacidad de condenar sin bemoles a las autocracias y los regímenes autoritarios. Hasta ahora no hemos visto eso en Petro, pero veremos.