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Señor Presidente, sus cambios en el gabinete, legítimos a todas luces pues usted ganó las elecciones, dejan dos mensajes importantes. Por un lado, ha llevado usted a su Gobierno a ministros que pueden ser mucho más leales y menos independientes. Más fieles a sus convicciones y a su trayectoria y menos ajustados incluso a los hechos. Pero al mismo tiempo decidió salir de Carolina Corcho, quien se convirtió en la persona más conflictiva de la administración y que llevó a la consecuencia de que la reforma a la salud pusiera en riesgo las mayorías en el Congreso y rompiera el gabinete.
De un lado, integra usted a ministros que pueden ser vistos como “yes man”. Y, por el otro, da un mensaje de exigencia de resultados y moderación con la salida de Corcho.
El mayor reto de Ricardo Bonilla al frente del Ministerio de Hacienda, de quien se sabe es una persona ponderada, que no cambió a nadie en Findeter y construyó sobre lo construido, es tener la capacidad de decirle “no” a usted. Las ideas sobre emisión desde el Banco de la República para indemnizar a las víctimas o el costo total de las reformas necesitan de alguien que de los números reales y con ello también advierta los riesgos de ejecutar ideas descabelladas.
Un “yes man” es una persona que siempre opina que el jefe tiene la razón, y que para conservar su cargo no ahorra esfuerzos en alabar cada cosa que dice o hace su superior sin cuestionar. En un gabinete de Gobierno se necesita jerarquía, pero también dialéctica y disenso. Sin esos dos conceptos su temperamento puede llevarlo a cometer errores importantes.
Lo vemos todos los días en Twitter. Usted, señor Presidente, empieza a trinar sobre las 7:30 de la mañana convocando a todo quien ose cuestionarlo u opinar distinto a usted para una confrontación. Prensa, políticos, presidentes de otros países, congresistas, activistas, expresidentes, jefes de partidos, gremios, etc. v
Hasta ahora nos dicen que usted es un hombre siempre dispuesto a escuchar. Si eso cambia y Palacio se convierte en una guardia de “yes man”, podría comenzar a tropezar. En solo ocho meses de Gobierno, por no lograr consenso en la reforma a la salud, corre usted el riesgo de perder las mayorías en el Congreso y ya se rompió por segunda vez el gabinete, luego de los cambios a Alejandro Gaviria y las ministras de Deporte y Cultura.
Señor Presidente, permita el disenso. Su equipo debe sentir garantías para llevarle la contraria sin que eso se entienda como una posible solicitud de renuncia futura. No pelee más por Twitter y dedíquese a convocar sobre lo que puede unir al país. De lo contrario, el sentimiento de que está acorralado lo va a hacer calcular mal y la crisis política no será temporal.
Alejandro Gaviria dice que usted se podría encontrar en un periodo de transición entre el Presidente consensualista y el radical. Si eso es así, el país va a convertirse en un permanente ring de boxeo en el que de un lado está todo el poder del Gobierno con el aparato estatal, y del otro todos los demás. Nadie quiere que eso ocurra por el bien común.
Pd: No es momento para hablar de una constituyente. No cometa ese error. Y la jefe de gabinete del Presidente no puede parecer más poderosa que el Presidente.
