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Presidente Gustavo Petro, su vocación de dar discursos en el mundo sobre la democracia liberal y los valores democráticos debería tener coherencia con lo que dice sobre los medios en Colombia.
Durante los últimos días usted tuvo enfrentamientos con todo el que se encontró de frente en Twitter. Su agenda de trabajo, bien conocida por el país, inicia con una secuencia de trinos con errores de redacción para enfrentarse a quien ose contradecirlo. Tal como lo dijimos en esta columna, su estilo se parece cada vez más a Trump en las formas. Sus comunicaciones personales están lejos de ser las de un jefe de Estado, aunque le guste darse ese calificativo cada vez que puede a riesgo de sobrepasar a otras ramas del poder e interpretar a su gusto la Constitución.
Señor Presidente, los medios de comunicación no son sus enemigos. Los medios masivos y sus directores rechazaron unilateralmente las declaraciones del coronel retirado, John Marulanda, que absolutamente desacertado sugirió una defenestración.
Los medios en Colombia son independientes y respetuosos de las instituciones. Por supuesto usted está en derecho de cuestionarlos pero no de generarles riesgos, estigmatizarlos y acusarlos de “fake news”. El ex presidente Trump, en medio de su desorden administrativo, tenía su mismo comportamiento. Para él, todos quienes no eran Fox News, e incluso Fox a veces, eran sus enemigos declarados y unos conspiradores que querían acabar su Presidencia.
La democracia liberal, con todos sus debates tras la revolución francesa, estableció desde la mirada europea que la condición irrevocable para el modelo de la República liberal pasaba por una prensa independiente y no coartada. Esas batallas las dieron Benjamín Constant y Madame de Stael, autores que seguramente usted conoce bien.
Es incoherente que usted defienda la democracia y hable contra las autocracias en el mundo, pero pase sus días atacando a la prensa y mandándola a rectificar. Los demócratas no dejan dudas sobre la libertad de prensa y de expresión y tampoco consideran que el deber de la veracidad y la responsabilidad en la información atraviesen el rasero del poder. No es usted ni su poder quien define bajo ningún parámetro qué es veraz y qué no.
Señor Presidente, su desaprobación, según por lo menos tres encuestas, es superior a 50%y 60%. A la ciudadanía no le gusta su retórica de enfrentamiento ni el “balconazo” que lo hace perder contundencia en su palabra.
Una vez más, tiene usted una oportunidad de unir al país sobre objetivos comunes. Su papel no es el de polarizador de la sociedad colombiana; eso ya pasó. Su época de vociferante y retador del poder ya no es. Ahora es usted el poder y el establecimiento. Es el de jefe de Gobierno y del Estado entendido como un “todos nosotros”. No es usted el jefe de la prensa ni de la justicia.