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Esta semana la revelación de Noticias Caracol desató una tormenta. Quienes creían que no había suficientes pruebas de parte de Olmedo López y Sneyder Pinilla en el escándalo de la UNGRD no podrán tener los mismos argumentos. De los chats, la declaración a la Corte y los audios, no hay nada que no sea grave. Lo que está en juego, quizás como en un caso que se parece en su magnitud al del escándalo del carrusel de la contratación, es la solvencia de las instituciones del poder ejecutivo y legislativo en Colombia. No es poca cosa.
Pero de todos los nombres expuestos, hay tres que me parecen reveladores y sobre quienes debe estar cayendo el peso de un piano de piedra. Jaime Ramírez Cobo, Carolina Martínez y María Alejandra Benavides.
Los tres, jóvenes con una carrera prometedora que encontraron su proyección profesional en el estudio y en el mérito. Jaime, abogado de la Javeriana de Cali que conoció estudiando su carrera a Andrés Parra, pareja de Laura Sarabia y por esa coincidencia terminó trabajando desde 2022 en el más alto curubito del Gobierno, en donde se borran las barreras de lo que está bien y lo que está mal por la apariencia engañosa de que el poder es un blindaje para siempre. Y no lo es. Sus fotos lo muestran como un joven familiar, cercano a su madre y que se hizo a pulso y con la fuerza de su voluntad y su trabajo.
Todas las fuentes con las que hablé para esta columna me dijeron que Jaime es un buen hombre, una buena persona, noble con sus compañeros y profesores de la Universidad, esmerado y decente. Hoy su nombre está en el centro y en el spotlight del escándalo más grave de corrupción de los últimos años.
Carolina Martínez, la exasesora de Olmedo López, otra joven abogada administradora de empresas, especialista en gestión de desarrollo y con una maestría en gestión de proyectos de la Universidad Internacional de Valencia de España. Una hoja de vida que demuestra interés en la superación personal a partir de sentarse a estudiar, algo que no es fácil y que aunque se lee simple en los títulos significa un esfuerzo a veces sobre humano cuando a uno le toca estudiar y trabajar al mismo tiempo, como a miles de personas en el país.
Y María Alejandra Benavides, otra alta asesora del Ministerio de Hacienda que llevaba varios años haciendo carrera en la cartera y fue nombrada asesora del despacho por José Antonio Ocampo; tuvo que borrar hasta su perfil de Linked in por estar en la portada de las historias de los medios con su nombre publicado enviándole chats a Sneyder Pinilla y presionando por contratos y proyectos aparentemente por orden del ministro Bonilla.
Los tres son jóvenes promisorios, exitosos profesionalmente y seguramente el orgullo de sus familias que hoy deben tener en estado de ansiedad a sus padres y a ellos mismos pensando en lo que podría venir en el futuro. Es la consecuencia de un país acostumbrado a que la corrupción es normal, a que el trato con los congresistas es en esos términos porque para las leyes hay que aceitar, pagar, comprar.
“Así funciona la política” es una frase que he escuchado mil veces de los fantasmas de ese mundo. El problema de esa fantasía es que siempre se cree que el poder y la riqueza que se consiguen fáciles son la felicidad y eso es un espejismo. En eso tiene razón el presidente. La felicidad debe ser poder disfrutar de la sonrisa de los que amamos en tranquilidad, sin pensar en consecuencias horribles por conductas a las que les obligaron.
Jaime, María Alejandra, Carolina, no vale la pena que se expongan a consecuencias penales por defender personas que a la primera oportunidad los niegan y deciden salir de ustedes para vincularlos con otros enemigos. La lealtad no tiene que tener un precio tan costoso para jóvenes esforzados, meritorios y buenos, como somos la mayoría de los jóvenes de Colombia.
Sin ningún interés, les deseo que salgan de esa situación dolorosa pronto. Y que se escojan a ustedes.