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Los periodistas que hemos cubierto al presidente Gustavo Petro, desde la investigación y el análisis crítico, hemos tenido que enfrentar presiones y ataques sistemáticos. En nuestro caso así ha ocurrido con Augusto Rodríguez, Hollman Morris, Armando Benedetti y otras cabezas poderosas de entidades centrales como los jefes de La Previsora.
Pero los últimos intentos de censura están relacionados con opiniones que tratan de poner una mirada moderada sobre lo que ocurre en Colombia con todos los actores políticos. Eso ocurre todo el tiempo en X.
La semana pasada escribí un trino en el que me refería a la vicepresidenta Francia Márquez. Escribí que había sido clara y sensata y que hoy parecía mucho más madura para gobernar que el presidente Gustavo Petro. El trino estaba situado en el contexto de una entrevista que hizo José Manuel Acevedo en la que Márquez dijo que invitaba a líderes como Paloma Valencia y María Fernanda Cabal a tomarse un café y hablar sobre los problemas del Cauca y del país.
La Vicepresidenta tuvo un tono sensato en esa entrevista, habló de su independencia y de su lucha como mujer afro y pobre. Mientras que el presidente Gustavo Petro llevaba dos semanas atacando a las instituciones, acusando a los medios y a las empresas de querer asesinarlo, y recordando al M-19 al lado del Palacio de Justicia.
El trino tuvo más de 1.000 comentarios y cientos de citas, la mayoría de personas extremistas que no son capaces de ver más allá de sus sesgos, a las que no les interesa detenerse en la complejidad de los problemas y que, además, pedían mi cabeza de los medios para los que trabajo con profesionalismo y rigor. Solo porque no estaban de acuerdo.
La verdad es que ese “despertar” lo había hecho hace bastante tiempo. Pero es importante que las audiencias lo sepan. Los periodistas no nos arrodillamos ante este Gobierno ni ante ninguno, ahora tampoco ante los extremistas que piden sesgo o censura. Muchos de mis colegas han tenido que enfrentarse en este país a narcotraficantes, poderosos políticos, matones, paramilitares y guerrilleros. Hay dos países extremadamente peligrosos para realizar el oficio del periodismo en América Latina: México y Colombia. Y aquí estamos de frente y con independencia a un Gobierno amenazante y autoritario. Ni más faltaba que le vamos a tener miedo al matoneo sistemático de tuiteros que no tienen nada más que hacer el domingo al atardecer.
En mi caso, yo no hago periodismo ni opinión para complacer sesgos de nadie. No me acomodo a lo que nadie me imponga y no permito que me lleven a la opinión popular en nichos que ni siquiera entienden al país.
Los periodistas no hacemos esta labor por aplausos, ni por premios. Tampoco por fama ni por vanidad. Es un servicio público y un compromiso con las instituciones democráticas. Es entender el liberalismo y la República.
Mientras ejerza el periodismo, defenderé con respeto mi criterio y apostaré por una forma cada vez más compleja de entender el mundo.
Decía Caparrós que a veces hay que escribir no para las audiencias, sino contra las audiencias. Porque si dijéramos solo lo que las audiencias quieren escuchar entonces todo lo que existe sería un caos absurdo e interminable.
Si me parece que Francia Márquez fue sensata en una entrevista, lo diré. Y si me parece que Petro es violento y autoritario también. Porque en Colombia estamos aún en una democracia, a pesar del Presidente y a pesar de los extremistas de X.