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Analistas 22/06/2024

Una columna impopular sobre el caso Colmenares

Santiago Angel

Haré una pausa momentánea, estimado lector, en los temas del presidente Petro y el Gobierno, que, por cierto, está ahora envuelto en una trama de peleas internas en donde un sector quiere acabar con el otro y viceversa.

Bien. El de Luis Andrés Colmenares ha sido quizás el caso de crimen judicial de mayor exposición en la historia de Colombia desde que existen los medios masivos. El tiempo gastado y las publicaciones que la prensa hizo alrededor del caso Colmenares son abrumadores. Es una historia para un estudio académico sobre análisis crítico de medios.

Y es un caso que a su vez explica bien las diferencias entre la verdad mediática y la verdad judicial. No hay una sola verdad; las verdades se construyen dependiendo del relato y de quién las cuente. Por ejemplo, para miles de personas hoy es verdad que Luis Andrés Colmenares fue asesinado en medio de una conspiración de poderes de la élite, que tenían la ambición de ocultar un crimen cometido supuestamente por varios jóvenes adinerados de la Universidad de Los Andes.

El caso se convirtió en una novela, tanto así que llegó a saltar a la pantalla del streaming en Netflix con una historia poderosa que balanceó bien los hechos de los fallos judiciales. Sin embargo, la Corte Suprema acaba de aceptar una demanda para que el caso tenga una tercera y última instancia en casación y entonces otra vez los elementos del proceso han trascendido y los llamados de justicia, como si la justicia fuese solo la decisión que uno quiere que sea, se han vuelto a volver masivos.

La familia Colmenares debe tener un dolor muy grande en el corazón que nadie puede juzgar. Quizás solo los que han perdido un hijo de una forma semejante, repentina. Bien vale la pena leer el libro de Rosa Montero ‘La ridícula idea de no volver a verte’. Pero lo que la mayoría de las personas no entienden, es que este caso también le dañó la vida a otras tres familias que han sido acusadas durante 14 años de asesinas y condenadas así por la opinión pública.

Contrario a esa teoría, lo que se demostró en las dos instancias previas con evidencia científica y judicial, es que en el hallazgo del cuerpo de Colmenares hubo errores fundamentales de los bomberos que revisaron el túnel de la 15 (no lo atravesaron) y por lo tanto no lograron encontrar el cuerpo del joven Colmenares que se había caído según el relato de Laura Moreno luego de una carrera que emprendió con alcohol en su sangre tras una discusión en una noche de fiesta.

Colmenares murió por asfixia por sumersión en agua, no por los golpes que tenía en su rostro, tras una posible caída de varios metros de altura contra una pared de ladrillo. Y los estudios físicos demostraron que una persona que se golpea la cabeza de tal forma desde una altura semejante a una velocidad importante, puede tener un trauma tal para quedar inconsciente.

En el caso además hubo condenas por falso testimonio. Jonathan Martínez, José Wilmer Ayola y Jesús Martínez Durán, fueron condenados por la justicia por mentir en la mitad del caso y asegurar que habían visto cómo unos sujetos habían golpeado a Colmenares con botellas en la cabeza y se lo habían llevado después en una camioneta. La evidencia expuesta en el caso señala que nadie se llevó a Colmenares, sino que su cuerpo permaneció allí sin que nadie pudiera verlo la primera noche de su lamentable muerte.

Leer las sentencias, los documentos de la acusación de la Fiscalía y las argumentaciones de la defensa en este caso es apasionante y deja claridad sobre lo que realmente ocurrió. Una vez en una entrevista le pregunté al hermano de Colmenares si nunca se había pasado por su cabeza y su corazón la idea de que este caso pudiera ser un accidente y que en la mitad también estuvieran las vidas de otras tres familias que habían sido acusadas falsamente durante años. No me supo responder y al final negó esa posibilidad.

Estaremos atentos a la casación, pero es importante que en los casos judiciales haya información seria, prudente y veraz. Las muertes de personas y las acusaciones a supuestos victimarios no pueden ser para comer crispetas. La presunción de inocencia es un valor muy importante.

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