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La normalización económica, en medio de un virus que sigue latente y que aún genera incertidumbre, ha sido todo un reto tanto para el aparato productivo como para los hogares. Con el pasar de las semanas, los analistas económicos han estado a la espera de indicadores líderes para revisar con lupa posibles señales de recuperación económica.
Hoy, para gracia de todos, los datos más importantes demuestran que poco a poco vamos saliendo de la parálisis que nos aquejó, y que tanto las medidas de política pública del Gobierno Nacional como las medidas monetarias han surtido grandes frutos.
Sin duda, las prolongadas cuarentenas y las restricciones de movilidad, junto con un sentimiento de incertidumbre que provocó en las familias del país una aversión a la compra de bienes duraderos, acotaron la dinámica del consumo de los hogares.
No obstante, las últimas cifras de confianza del consumidor, publicadas por Fedesarrollo, demuestran que, pese a que aún prima el sentimiento negativo, la tendencia apunta a cada vez mejores expectativas, más pronunciadas hacia el mediano plazo, pues los consumidores prevén que en el término de un año tanto las condiciones económicas de su hogar como de la economía estarán mejor.
Esto también se refleja en la recuperación de la ventas de vivienda, que en agosto registraron un destacado crecimiento de 13,2% en el segmento VIS, una dinámica que esperamos comience a reflejarse en los demás segmentos gracias al asertivo impulso del actual Gobierno a través de las políticas de vivienda.
Se evidenció también el desplome de la actividad empresarial debido no solo a la limitada demanda, sino también a un débil aparato productivo, caracterizado por tener, en su mayoría, micro y pequeñas empresas, las unidades más sensibles al ciclo económico y que lamentablemente sufrieron las peores consecuencias de esta inquietante crisis. Fortalecer el tejido empresarial de estos segmentos es, sin duda, uno de los grandes retos en materia económica, una agenda pendiente que el covid-19 nos recordó.
La confianza empresarial, por su parte, ha dado luces más pronunciadas de la recuperación económica. Por un lado, la confianza comercial, desde hace un par de meses, ya se ubica en terreno positivo gracias a las mejores condiciones actuales de las empresas y a unas expectativas más benignas para el próximo trimestre.
Así mismo, la confianza industrial por fin logró ubicarse en cifras positivas, registrando un crecimiento de 1,5% en agosto, luego de haber registrado en marzo una contracción de 35,8%. Aunque el volumen actual de pedidos continúa en terreno negativo, las expectativas de producción para el próximo trimestre soportan mejores perspectivas para la industria.
Pese a los resultados anteriores, la materialización de mejores expectativas aún no se ha reflejado en variaciones positivas en las ventas del comercio minorista ni en la dinámica de la producción industrial, ambas decreciendo, pero con tendencia a la recuperación. Su anhelada recuperación dependerá no solo de las expectativas de los agentes económicos, sino también del continuo estímulo por parte del Gobierno Nacional y los gobiernos locales.
La flexibilización de las cuarentenas, sin duda, continuará contribuyendo a la dinamización de la demanda interna en lo que resta del año. Los indicadores, en este escenario, se muestran positivos, pero aún se requiere de continuos estímulos y de una mayor apertura para llegar a una normalización que permita consolidar la senda de recuperación.