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Garantizar que cada vez más colombianos accedan a una vivienda propia ha sido una de las políticas públicas a las que más le ha apostado el Gobierno Nacional dados sus efectos positivos en materia de calidad de vida de los colombianos, dinamismo de la economía y reducción de la pobreza. Una vivienda propia, además de tener enormes impactos en el bienestar de los hogares, también se configura como un generador de empleo durante su construcción y un fuerte impulsor de los subsectores que participan en toda su cadena de valor.
Este mercado, que comprende el segmento de Vivienda de Interés Social VIS y aquel de rango más alto, el No VIS, el cual se encuentra en un rango entre los 150 y los 500 salarios mínimos, destinado principalmente a familias de ingreso medio, muestra hoy dinámicas particulares. En este frente, es de destacar el dinamismo del segmento VIS, que entre mediados de 2016 y septiembre de 2020, pasó de 77.000 unidades vendidas al año a más de 107.000. Por el contrario, el segmento No VIS se ha reducido de 72.000 unidades a cerca de 41.000 en el mismo periodo, evidenciando una inconveniente desaceleración que se ha visto acentuada por el choque del Covid-19 y su impacto en la economía.
Es importante recordar en este contexto que el segmento No VIS es justamente el que genera mayor valor agregado y por tanto puede hacer las veces de motor de desarrollo en el proceso de recuperación de la actividad productiva. Es por ello que las medidas anunciadas por el Gobierno Nacional para incentivar la demanda de vivienda de este segmento son más que oportunas.
Con la reciente expedición del decreto 1233 de 2020 para otorgar subsidios a la tasa de interés en la modalidad de Frech No VIS cobertura plana, que establece un monto fijo mensual por cerca de $438.000 durante los primeros siete años del crédito hipotecario, se pretende apalancar el sueño de miles de hogares de ingreso medio de estrenar vivienda propia. Actualmente se espera que este programa demande cerca de $3,9 billones para 100.000 cupos, de aquí a 2022. De hecho, es de resaltar que quienes estén interesados en acceder al beneficio, pueden acercarse desde ya a la entidad financiera de su preferencia y solicitar el estudio de crédito respectivo, de modo que puedan comenzar la búsqueda del inmueble que se adecue a sus necesidades.
La estrategia de generar una reducción en la cuota de los créditos hipotecarios y los contratos de leasing habitacional, además de dinamizar un sector productivo que genera grandes encadenamientos sectoriales y soporta millones de empleos, permite seguir dando pasos certeros hacia la consecución de objetivos asociados a la disminución de la pobreza y la mejoría en la calidad de vida de muchos hogares que hoy en día no poseen una vivienda propia. El reto ahora es llegar a los 20.000 cupos destinados para lo que resta de año, lo cual requerirá esfuerzos de las entidades financieras, que ya han estado trabajando a toda marcha para atender la demanda esperada.
Estrategias que opten por dinamizar la economía mientras promueven mejores estándares de vida para los colombianos amparadas en un principio de equidad son necesarias y muy oportunas en estos períodos de crisis. Propender por una reactivación económica, a través de sectores tan estratégicos y transversales como la construcción, son desde luego medidas que contribuirán a restaurar paulatinamente nuestra economía luego de este desafortunado escenario generado por la pandemia.