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Hace poco una colega columnista me hizo llegar el último reporte sobre Estado Global de la Democracia preparado por Idea, entidad apoyada principalmente por el gobierno sueco, y que se dedica a temas de democracia y asistencia electoral. En su capítulo de las Américas, Colombia seguía en la columna de regímenes democráticos. Me temo que en unos años no lo sea, porque lo que está pasando con el tema de los delincuentes de primera no es de menor monta. Gustavo Petro cumplirá su promesa de lograr que esa caterva de criminales, asesinos, y vándalos, estén en sus casas en Navidad, y la Justicia habrá recibido un golpe mortal en este país. El trabajo de jueces y fiscales, así como la vida de sus víctimas, policías y civiles, ya no significa nada.
En la excelente columna de Germán Vargas Lleras del pasado domingo se describe como ninguna de las artimañas con que se pretende este exabrupto se puede dar dentro del ordenamiento jurídico nuestro. Ni volverlos Gestores de Paz, ni la amnistía ni el indulto caben. Y faltaba más que encajaran. Como bien lo señaló la Gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, “Las personas capturadas lo están por su participación demostrada en crímenes tan deleznables como el asesinato y tortura al patrullero Carlos Rincón, la quema del Palacio de Justicia de Tuluá o el hotel La Luna en Cali”.
He tenido varios desacuerdos con decisiones del nuevo gobierno. Pero tenía que aceptar que con muchas de ellas el electorado no había sido engañado porque eran propuestas que habían sido ventiladas durante la campaña presidencial. El punto aquí no es que solo estamos hablando de una decisión tremendamente negativa, sino que violenta la libertad e independencia del poder judicial y convierte en rey de burlas a magistrados, jueces, y fiscales.
Nada menos que un quebranto de la institucionalidad democrática, sin hablar de la compleja moraleja donde el crimen paga por cuenta de la nomina del estado. Y si es cierto que los policías que participaron en contener estar hordas destructoras y que están algunos en etapa de investigación, están siendo retirados, hay que si que apague y vámonos. Es la inversión de los valores y la desmoralización total de nuestra fuerza pública. También es importante resaltar que Petro solo habló de este tema en su discurso de victoria el 19 de junio.
Hay otro aspecto que me preocupa y es algo muy común en la transición de un gobernante a un caudillo populista; les deja de importar y se vuelven retadores. El Presidente sabía perfectamente que tocaba una fibra muy sensible y aun así despreció a la opinión y a la justicia, y con un decreto bastante endeble decidió cumplirle a un grupo de violentos que lo apoyaron. Pero el resto de los colombianos quedamos en preaviso de autoritarismo venidero, y desdeño por la democracia y la separación de poderes. Por cierto, el informe de Idea incorpora ahora un sistema de alertas tempranas sobre quebrantos institucionales. Espero que esto califique con creces en el caso de Colombia.
P.D. ¿Me pregunto cómo alguien que haya escuchado el pronunciamiento del expresidente del Perú, Pedro del Castillo, puede negar que estaba planteando nada menos que un golpe de estado? Es evidente que el Legislativo de ese país no tenía opción diferente a la tomada, salvando su país de la tiranía y la corrupción. Frente a esto son lamentables los pronunciamientos de los Presidente de izquierda. Se vuelve a repetir la máxima que cuando tienen que escoger entre ideología y democracia, lamentablemente escogen la primera.