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Largas y significativas han sido las relaciones entre Inglaterra y Colombia. No siempre cordiales ya que sus piratas y corsarios asediaron nuestras costas en la época colonial. Frente a Cartagena recibieron su mayor derrota militar en las Américas a manos de Blas de Lezo en el siglo XVIII. Ya en la siguiente centuria, capital y expedicionarios británicos fueron decisivos en la victoria de las tropas de Bolívar frente a la Corona Española, haciendo posible nuestra independencia.
Desde ahí, las relaciones han sido bastante estrechas en términos políticos y comerciales. Colombia no denunció internacionalmente al Reino Unido por su reconquista de las Islas Falkland en 1982. A su vez, este país aumentó su inversión extranjera en el nuestro, hasta llegar al primer puesto hace poco más de una década.
Pero las circunstancias han cambiado, así como sus perspectivas. En el Reino Unido el punto de inflexión fue haber votado el Brexit en el 2016, que excluyó al país del bloque comercial más importante del mundo, haciéndose efectivo el 31 de enero del 2020, pocos días antes de la llegada del covid a Europa. En términos económicos los resultados han sido desalentadores.
De las economías del G7 (USA, Japón, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Reino Unido) solo este último tiene una evolución negativa de su PIB desde que comenzó la pandemia.
En términos de cohesión nacional, los efectos del Brexit han repercutido especialmente en Escocia e Irlanda del Norte. En Escocia, las mayorías en contra del Brexit fueron abrumadoras, dando alas a los gobernantes independentistas para argumentar que los estaban sacando de la Unión Europea en contra de su voluntad y sus intereses. En Irlanda del Norte, la frontera abierta con Irlanda, obligó a controles a su intercambio con el Reino Unido, siendo el mismo país.
Y empieza a importar también la seducción a los norirlandeses, a pesar de sus diferencias religiosas, de pertenecer a un país, Irlanda, que ya es mucho más rico que Inglaterra en PIB per cápita, y miembro pleno de la Unión Europea.
Todo esto importa porque el Reino Unido es un actor mundial histórico, que, con todas sus aristas de imperialismo pasado, ha construido estabilidad mundial en las décadas recientes. El mundo necesita que prospere y encuentre de nuevo la senda del crecimiento. Ojalá revisen su acuerdo con la Unión Europea, para llegar lo mas cercano posible al nivel de libertad de intercambio que existían Pre-Brexit.
Colombia necesita también un Reino Unido revitalizado, no solo por ser un socio comercial importante y por su volumen de inversión extranjera directa, sino también por su generosa colaboración en asesoría en defensa, en transporte, y en becas estudiantiles, entre otros. Recientemente, su Embajador en Colombia ha expresado especial interés en apoyar los procesos de paz en el país.
Por fortuna, el espíritu de Britania es bastante adaptativo e indomable. Cuando la entonces primera ministra, Liz Truss, asustó a los mercados con un presupuesto basado en deuda, su partido no pestañeo para sacarla y reemplazarla por Rishi Sunak, el primer indo-británico al frente de la nación.
Londres sigue siendo el centro financiero de Europa por encima de París, Frankfurt, y Ámsterdam. Su fuerza disuasoria nuclear submarina y sus dos portaviones conforman el segundo componente naval más formidable de la Otan, después de Estados Unidos.
Y este año, su crecimiento económico se proyecta en 4,4% según The Economist, el mayor del G7 y por encima de la Zona Euro. Tendremos entonces Reino Unido para mucho tiempo, por el bien la humanidad y por supuesto, también por el bien de Colombia.