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Un economista muy cercano dijo recientemente que si el Gobierno corrige en el tema pensional y de hidrocarburos, Colombia no solo salvaría su economía, sino que seguiría atrayendo capital extranjero, vital para el crecimiento y la generación de empleo. Ni qué hablar de la sostenibilidad fiscal a futuro. Estando totalmente de acuerdo, creo que hay dos retos económicos secundarios que el equipo económico tendrá que sortear para mantener una dinámica positiva; uno es el reto de bajar la inflación que erosiona el poder adquisitivo, con especial énfasis en los más vulnerables. El segundo es el de la infraestructura, donde el baldado de agua fría de las declaraciones del Presidente la semana pasada siembra un manto de duda sobre su futuro.
El tema de la inflación no es menor. En lo corrido de enero a noviembre el aumento ha llegado a 11,7%. Ese dato le añadió más peso a la discusión del salario mínimo que termino en 16%, lo que lo ubica por lo menos 3 puntos porcentuales por encima de la inflación esperada para este año que estará entre 12,5-13%. Es decir, el acuerdo supondrá serias presiones inflacionarias adicionales para 2023.
Esto se da mientras la contracción de la política monetaria no cede, como lo observamos en el último incremento de 100 puntos básicos de la tasa de referencia del Banrepública que queda en 12% cuando en Enero de este año era del 3%. Este encarecimiento de los créditos impulsa a su vez los costos de los hogares. Y si la inflación no cede, como no la hecho, el Emisor estaría forzado a seguir subiendo las tasas.
A lo que sí no queremos llegar es que la solución sea un barrigazo económico que corrija la situación por cuenta de una caída abrupta de la demanda. Es decir, una recesión. El tope a los servicios públicos puede ayudar porque buena parte son proveedores públicos y su regulación se cumple, pero no estoy seguro de que tan efectivo sea el tope al alza de arriendos. Pero se tendrá que mostrar proactividad y creatividad, porque a diferencia de otras dinámicas, la inflación la siente le ciudadano todos los días al comprar bienes y servicios.
Lo otro que tiene que arreglar Gustavo Petro es su descache al enviar el mensaje que las 4G han sido una perdida costosa de dinero que solo les sirve a los dueños del gran capital para importar mercancías que matan la producción nacional. Sé que tenemos que acostumbrarnos a su particular forma de hablarles a diferentes públicos. Recientemente, ante el congreso de la Cámara de Infraestructura, su mensaje fue mucho más constructivo. Pero es que se vio que le salió del corazón, lo que revela que el Presidente sí piensa de esa manera. Por esta razón, esperemos que prevalezca la sensatez del ministro del Transporte, Guillermo Reyes, y no se eche al traste uno de los avances más importantes de las últimas décadas en la forma como se planean, financian, y ejecutan proyectos de infraestructura en Colombia.
La prueba de resiliencia la tendremos el próximo año ya que actualmente todavía tenemos vientos de cola de un crecimiento que nos pone de punteros en América Latina. Pero 2023 proyecta un escenario muy diferente con una variación del PIB proyectada por la Cepal en 1,5%. Por el lado de la divisa, tenemos el empuje de las remesas y las menores alzas de la Fed lo que le ha dado un respiro al peso. Igual, en 2023, con tasas e inflación altas, y con imprudencias desde la Casa de Nariño, el panorama se puede tornar gris y retador. Por todo esto, no solo se necesita ajustar en hidrocarburos y pensiones, sino mandar mensajes positivos en muchos otros temas, especialmente en lo concerniente a inflación y 4G.