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Analistas 04/05/2016

Innovar, no hay otra opción

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria
La República Más
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Durante las últimas décadas, la innovación tecnológica ha adquirido un papel protagónico dentro de la agenda económica de los países, pues gran parte del crecimiento de las naciones de ingresos altos ha estado sustentado en mejoras sustanciales de su capacidad innovadora. Si bien los países en desarrollo han interiorizado que la innovación es uno de los principales motores de crecimiento y se han suscitado algunos avances en este frente, las brechas con respecto a las principales economías del mundo son considerables. 

Colombia, pese a los esfuerzos realizados, sigue teniendo rezagos en materia de innovación no solo con respecto a los países de ingresos altos sino frente a sus pares regionales. De esta manera, de acuerdo con el Índice Mundial de Innovación de 2015, Colombia ocupó la posición 67 entre 141 países, mientras que Chile y México se situaron en los puestos 42 y 57, respectivamente.  

Aprovechando las oportunidades que brinda la innovación tecnológica, el sistema financiero ha sido objeto de la implementación de nuevas tecnologías. En este sentido, las Fintech o Financial Technologies, como nuevos actores del sistema financiero, han incursionado en toda la cadena de valor del sector, desde la intermediación financiera hasta los medios de pago electrónicos, por medio de nuevos desarrollos tecnológicos en productos y servicios que buscan acercarse cada vez más a un consumidor financiero que ha modificado sus hábitos transaccionales. 

Las Fintech cuentan con ciertas ventajas competitivas frente a actores tradicionales y de larga trayectoria como los bancos, entre las que se destacan unas menores restricciones regulatorias, un mayor apetito por el riesgo y una mejor cercanía con los clientes. Estas ventajas les han permitido consolidarse como una alternativa bastante atractiva para los usuarios del sistema financiero.

Por su parte, si bien la banca tradicional en Colombia ha dado pasos importantes en el acceso y uso de los servicios financieros, también enfrenta retos para profundizar la implementación de las nuevas tecnologías. Una de estas es el exceso de regulación en ciertas áreas, que en ocasiones restringe el accionar de la banca y le impide adaptarse adecuadamente a un entorno en constante transformación. De otro lado, la insuficiencia de infraestructura tanto física como tecnológica para el óptimo funcionamiento de depósitos móviles y electrónicos ha terminado afectando el acceso universal a internet y a redes móviles de calidad. Avanzar en este sentido resulta imperativo en el proceso de lograr un adecuado funcionamiento de los dispositivos electrónicos y de los sistemas digitales de comunicación.

Así mismo, la falta de educación financiera es un limitante importante a la innovación. Por ejemplo, se ha demostrado que las personas prefieren realizar la mayoría de sus transacciones en efectivo, lo cual podría estar asociado a la desinformación que existe en torno a los múltiples beneficios que tienen los medios de pagos electrónicos. En este sentido, la banca ha estado y seguirá comprometida con la educación financiera de la población. 

Pese a las limitaciones actuales, existen grandes oportunidades para que el sector bancario siga mejorando su capacidad innovadora, pues además de existir oferta y demanda por este tipo de servicios digitales, ya se empezaron a crear instituciones para promover la innovación en la banca. Una de las iniciativas más importantes que se viene adelantando es la gran estrategia interinstitucional denominada “Proyecto F”, cuyo objetivo principal es la masificación de los medios de pagos electrónicos en el país. 

En síntesis, la banca debe seguir acercándose a los usuarios, adaptando los productos y servicios financieros a las necesidades de los mismos. Sin embargo, para lograr este propósito, no existe otro camino diferente a la innovación, un proceso para el cual resulta fundamental la integración y cooperación entre la banca, las Fintech, el gobierno y demás actores estratégicos de la economía nacional. Solo así, a través de una cooperación coordinada y sostenida, Colombia podrá convertirse en un país digital competitivo!

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