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Sorprende el quinto puesto en que queda el Valle en el último informe del Índice Departamental de Competitividad (IDC) realizado por el Consejo Privado de Competitividad y por la Universidad del Rosario. No es mal puesto, pero tampoco se compadece con su ubicación estratégica, su economía diversificada, su agroindustria líder, etc. Tampoco ha variado desde la ultima posición.
Pero sí queda por debajo no solo de Bogotá y Antioquia, sino también detrás de Atlántico y Risaralda. Salvo Bogotá, la diferencia entre los puntajes del segundo y el quinto puesto no son grandes por lo que me concentraré en el componente que ancla a el Valle del Cauca.
El IDC lleva diez años siendo medido y “evalúa la competitividad de los 32 departamentos del país y la ciudad de Bogotá D. C. mediante 108 indicadores distribuidos en 13 pilares y agrupados en cuatro factores de competitividad: i) condiciones habilitantes, ii) capital humano, iii) eficiencia de los mercados y iv) ecosistema innovador.” Leyendo los puntajes de los pilares, se identifica que es el lamentable puesto 21 en el pilar de educación básica y media, lo que hunde al Valle del Cauca en el puntaje total.
Además de ser inaceptable para un departamento de tal riqueza estar en la parte baja de cualquier escalafón, este pilar es muy sensible porque limita las oportunidades y herramientas que les estamos brindando a nuestros jóvenes cuando continúen estudios superiores o a enfrentar la vida laboral.
Jalonan bastante los pobres resultados en colegios públicos y en el Litoral. Es una mancha con una responsabilidad compartida entre la Gobernación del Valle y los municipios certificados para recibir directamente los recursos asignados a la educación. Es un reto también para los futuros gobernantes.
Para resaltar, el primer puesto para el Valle en el pilar de sofisticación y diversificación de su economía, donde destaca la canasta exportadora con un puntaje perfecto. Lejos de la leyenda “feudal” y de “monocultivo” que se inventan para envenenar la percepción.
Pero ya mirando otros pilares, no favorecen al departamento que su puesto en el pilar de educación superior y formación para el trabajo sea el número 10, como tampoco el puesto 9 en el pilar de salud donde caemos cuatro puestos frente a la medición anterior. Es increíble considerando el calibre de las instituciones educativas y de salud en Cali, mundialmente reputadas entre las mejores de la región.
Claramente la falla se debe presentar en el resto de los municipios con Buenaventura actuando como lastre. Un llamado de alerta a la dirigencia del puerto, si queremos recuperar desarrollo humano y económico. Debe preocuparnos mucho el puesto 8 en el pilar de innovación, como también el pilar de mercado laboral con el puesto 11 y bajando tres posiciones, y el pilar de infraestructura con el puesto 10, aunque en este si subiendo seis posiciones.
Pero más allá de estas mediciones económicas y sociales, hay otras mediciones en seguridad ciudadana que no dejan bien parado al departamento como son los estudios del Consejo para la Seguridad Pública de México que mide las 50 ciudades más violentas del mundo, donde Cali, Buenaventura, y Palmira, no salen bien libradas en sus tasas de homicidios por 100.000 habitantes, donde respectivamente quedaron en el ranking de numero 32, 43, y 48.
Estas últimas cifras seguramente tendrán un peso sustancial en todos los rankings del IDC toda vez que la seguridad es elemento transversal para que todos los demás indicadores puedan desarrollarse libremente. No hay competitividad sin seguridad.