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“Perú es un mendigo sentado en un banco de oro” expresaba el geógrafo ítalo-peruano Antonio Raimondi en el siglo XIX. Pero si bien se refería a sus riquezas naturales, hoy lo podríamos aplicar al dinamismo de la economía peruana prepandemia, y la construcción de una poderosa y variada maquina exportadora, de la mano de una oferta turística y culinaria de primer nivel. Hasta el 2019, Perú era la estrella indiscutible de las grandes economías de Latinoamérica; su crecimiento en los últimos 19 años promediaba 4,9% anual, por encima de sus competidores más cercanos, Colombia y Chile, que alcanzaban promedios de 3,9% y 3,7% respectivamente en el mismo periodo. Esto lo lograba a pesar de momentos de inestabilidad política y de presidentes que lograban el poder con campañas populistas, pero gobernaban después con pragmatismo. Todo cambió con la pandemia, que condujo al país a una escalofriante recesión de -11% en el 2020. Tras esa traumática experiencia, ahora tendrá su prueba de fuego en cuanto a su resiliencia, si se confirma la victoria aparente de Pedro Castillo, con un discurso populista anti-mercado que hace ver a sus más radicales antecesores como neoliberales.
¿Como afecta todo esto a Colombia? Depende. En el tema de seguridad, dudo que Castillo vaya a albergar y aprovisionar fuerzas por fuera del orden que nos amenacen. Al fin y al cabo, de los cinco países que bordean a Perú, cuatro tienen gobiernos de derecha o centroderecha, y solo uno, Bolivia, un gobierno de izquierda. En lo geopolítico si puede debilitar no solamente el Pacto Andino, sino la Alianza del Pacifico, pero esta ya venía atascada desde la elección de López Obrador en México. Lo que si preocupa es lo económico. Para ellos y para nosotros.
Resulta que Perú se ha convertido en un socio muy importante en términos comerciales. Si bien es el número 13 en nuestras importaciones, en exportaciones es el numero 9 con US$854 millones, incluso por encima de Chile. También es recipiente de cuantiosas inversiones colombianas en agroindustria. Y estamos hablando de niveles postpandemia porque las cifras en 2019 fueron sustancialmente mejores. Todo esto lo menciono por la parte del programa de Pedro Castillo donde expresa su voluntad de “sustituir importaciones de alimentos” y “nacionalización de sectores críticos”. Ahora, si bien será bastante difícil implementar estas anacrónicas políticas, como tampoco se ve el recurso fiscal disponible, solo el intento traerá bastante caos a la economía y a su clima de inversión. Ya con el conteo, en que parece inevitable que Keiko Fujimori perdería, la Bolsa de Lima se desplomó 7,74% el lunes, mientras el dólar se apreciaba 2,47% frente al sol.
Si bien sería una perdida considerable para el concierto de naciones con políticas fiscales responsables en nuestro hemisferio, no veo demasiadas analogías con nuestra realidad colombiana. Quienquiera que haya visto el mapa electoral de Perú habrá observado que era casi Lima contra el resto del país. Las zonas indígenas y rurales votaron por la izquierda de manera aplastante. Nuestras condiciones acá son bastante diferentes. La lección que si podemos aprender es que a la izquierda no se la derrota con un candidato de la extrema derecha y/o involucrado en episodios de corrupción. Se la derrota con alguien sensato que apele al voto de centro y pueda arañar considerablemente el voto joven. No queremos ser nosotros la siguiente “estrella” latinoamericana “desbancada”, que tras haber degustado el “caos populista” durante cuarenta y cinco días, nos de por darles la oportunidad por cuatro años.