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He leído y escuchado a la economista Mariana Mazzucato, tan citada por el presidente, Gustavo Petro, a raíz de su reciente visita a Colombia. Debo decir que me gustó casi todo lo que expresó en sus entrevistas y buena parte de su contenido académico.
Su énfasis en el rol del estado y su capacidad de crear valor cuando trabaja conjuntamente con el sector privado es algo que he compartido y que me separa de algunos economistas liberales. No se ahorra calificativos tampoco para la izquierda a la que le señala que se ha “vuelto perezosa” por su obsesión por la redistribución y la inequidad, dejando de lado “que hay que hablar de creación de riqueza, de crecimiento, de catalizar la inversión en el sector de los negocios”.
Totalmente de acuerdo. Igual tiene teorías bastante polémicas como el tema de extracción frente a creación de valor que, desde mi orilla, tienen que ver más con esquemas de impuestos transnacionales adecuados y reconocimiento de las inversiones de gobiernos en tecnologías que después son explotadas comercialmente por privados.
Lo que no me queda claro es como encajan propuestas centrales del actual gobierno en los lineamientos de Mazzucato. Cuando ella habla de transición energética es claro que no se refiere a un corte súbito. Es más, alude claramente a que no habría forma de financiar esa transición sin seguir aprovechando por el momento los ingresos provenientes de combustibles fósiles.
Lo otro es que ella nunca se refiere al decrecimiento de una economía, y aclara que cualquier sector, específicamente el financiero, puede ser productivo. Es decir, muy distinto a lo que expresa el mandatario y/o sus Ministros. Me alegra entonces que esta economista sea un faro y tenga la disponibilidad de asesorar al gobierno. Me preocupa es que no la escuchen y apliquen sus recetas fuera de contexto.
Quisiera referirme ahora a la reunión del Presidente con su homólogo Nicolas Maduro en Caracas. Puede ser que se avance mucho en los temas mencionados en la agenda como la relación bilateral (ya resta- blecida), la reapertura de las fronteras (ya abiertas, pero con contrabando rampante en las trochas) y el retorno de Venezuela al Sistema Interamericano de Derechos Humanos (como complicado mientras sigan siendo una dictadura y no se den elecciones libres).
Pero el tema crucial sigue siendo uno y solo uno; la continua presencia del ELN y disidencias de las Farc en más de la tercera parte del país vecino con la complicidad y el apoyo de su gobierno.
¿Cómo puede un país soportar que un gobierno vecino albergue y proteja facciones armadas que atacan desde la frontera con impunidad? No es un tema de gobierno o ideología. Recuerdo bien que desde el presidente Santos, que declaró a Chávez como su “nuevo mejor amigo”, no solo las Farc sino también el ELN operaban a ambos lados de la frontera.
decir, Petro tendrá que ir más allá si quiere llegar a un proceso exitoso con el , y pasa porque este grupo quede neutralizado militarmente en, si este país de verdad va a actuar como garante.
De no ser así, será un beligerante más en la sombra, como lo ha sido en los últimos veinte años, y nuestro gobierno será un rey de burlas. Lo que esto implica es que esta vez el reto es mucho mayor y la vara más alta; llegar de Caracas sin un compromiso en este sentido, que es lo que verdaderamente empujaría al ELN y a las disidencias a negociar, sería un error descomunal.
Le estaríamos dando estatus a un régimen empobrecido con un gobernante señalado de violador de derechos humanos, y poniendo en riesgo el respaldo bipartidista de Estados Unidos a nuestro país.