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No nos habíamos repuesto del “cargo de la campaña Anti-Fico” asumido por el senador electo fajardista, Ariel Ávila, cuando por otro lado Miguel Ángel del Río, activista y excandidato del Pacto Histórico, confesó públicamente que tienen infiltrada la campaña del candidato de Equipo por Colombia. Trató de echarse para atrás, pero lo dicho, dicho está. Poco después, el mismo Petro lanzó fuego de artillería relacionando a Fico con la Oficina de Envigado, cuando en realidad esta oficina tendría planes de asesinarlo. Y ayer nos despertamos con la noticia que la sede de Federico Gutiérrez ha sido impregnada con equipos de espionaje para transmitir audio y video en tiempo real desde sus salas de reuniones más sensibles. Resulta claro entonces que el juego sucio se ha apoderado de la campaña, pero resulta claro también quién es la víctima y objetivo principal.
Que en las campañas se den ataques y acusaciones es connatural al juego político y es parte del debate. Incluso en Colombia, hasta hace algún tiempo, se respetaba la familia y la vida íntima de los candidatos. Lamentablemente, ya no es así, y todo vale. Hay que eliminar moral y hasta judicialmente al candidato. Como lo dijo la senadora electa petrista, Isabel Zuleta, “A Fajardo lo quemamos y fue una tarea dura, hasta con Procuraduría y Contraloría”. Y que iban por Fico, afirmó después. Bueno…ya estamos viendo cómo el libreto se está desarrollando.
Pero lo que sí ha sorprendido es la bajeza, la crudeza y el alcance, que ya traspasa el código penal. Y no pasa nada, hasta que la procuradora, Margarita Cabello, le puso tatequieto al alcalde de Medellín, Daniel Quintero, por clara alusión a favor de la campaña de Gustavo Petro. ¿Y quién dijo Troya? Se alcanzó a hablar hasta de golpe de estado. Y eso que hubo un alcalde sancionado también por apoyar a Fico.
Ahora bien…¿es esto una degradación natural de la política colombiana como se ha visto en otros países? Puede haber algo de eso, pero mi pálpito es que nos están vendiendo humo para ocultar la verdadera discusión de futuro que se debe dar en Colombia. La primera discusión es la de las propuestas donde un cambio por la vida palidece ante propuestas específicas, numéricas y con métricas, como se ven en la campaña tanto de Fico como Fajardo. La segunda discusión es la de ingresos de país, que está viviendo un boom económico sin precedentes, ya no solo por la cifra de 10,6% de crecimiento del PIB en 2021, sino por el incremento de 8,5% de este primer trimestre. Pero no se habla de buenas noticias…no, no, no. Todo tiene que estar mal para que todo sea susceptible de cambio. Hablemos de otras cosas como de huevos importados de Alemania y de papa sabanera o pastusa, importada de quién sabe qué país.
Qué pérdida de tiempo en un momento tan crucial. Volvamos a lo fundamental y es saber qué es lo que realmente está en juego en estas elecciones. Es saber en el tema de corrupción, quién de verdad tiene la carrera más transparente y libre de investigaciones. En el tema de crecimiento, quién inspiraría mayor confianza a los mercados para traer inversión y empleos para mejorar los ingresos de los colombianos. Y en el tema de democracia y libertades, quién tiene la mayor afinidad para hacerlas prevalecer, en un contexto regional donde quienes las han pisoteado solo han logrado miseria y tiranía, como en el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua. No vaya a ser que ese humo que nos han vendido nos cierne en la oscuridad, que podría ser un apagón literal en caso de prescindir de los combustibles fósiles de una sola vez, o desmantelar Hidroituango como ya se ha propuesto.