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Analistas 22/06/2022

Petro, economía y la oposición

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Salió electo Gustavo Petro. Y si bien su campaña fue sucia y apeló a los mas bajos instintos de la política, sus más de 700.000 votos de ventaja lo colocan de manera inequívoca como el próximo Presidente de todos los colombianos. Eso lo tenemos que aceptar y respetar la casi mitad de los electores que no votamos por él, así no entendamos del todo qué tipo de cambio claman quienes optaron por el candidato ganador.

Lo que definitivamente no tenemos que aceptar es dejar de luchar por la visión de una democracia institucional donde se respeten las libertades políticas y económicas. Y si eso significa entrar en oposición a un gobierno electo con ideas distintas, así deberá ser. Porque si bien el discurso de Petro la noche de elección incluía un Gran Acuerdo Nacional, su preámbulo frente a los temas económicos, especialmente en lo tributario y en la política minero-energética, no dejaba un gran espacio común. Se ratificó en todas y cada una de sus propuestas que resultarían ruinosas para el país, para el fisco y para el clima de inversión.

Tengo la certeza de que tanto la Bolsa como el peso estarán a la baja esta semana, y se empezará a notar una fuga de capitales importante. Será entonces un deber inmediato del Presidente electo mandar un mensaje tranquilizante a los mercados, sin demorar como en Chile la designación ya de un Ministro de Hacienda sensato y confiable. Y si de verdad quiere llegar a un acuerdo, debería Petro revisar entonces su propuesta pensional, la escala y el contribuyente objetivo de su reforma tributaria, así como reversar su propuesta de frenar la exploración de hidrocarburos. Dudo que lo hará.

Ahora bien, no hay nada de malo en no llegar a un acuerdo. Las democracias maduras se nutren de la discusión de desacuerdos frente a una oposición activa y vigorosa. La oposición mantiene alerta a un mandatario, puede bloquear sus excesos y moderar sus ambiciones. Y esta oposición no tiene que estar circunscrita a los partidos políticos o a los miembros del Congreso de la República. Puede estar en los gremios, en tanques de pensamiento, o en grupos académicos o de ciudadanos. Lo importante es que exista, se organice, se documente, y actúe con voz dura y contundente. Es más, bajo este escenario, se presenta una gran oportunidad para que los partidos políticos se redefinan en sus líneas ideológicas originales y recuperen su prestigio y credibilidad.

Todos esperamos que un gobierno entrante tenga claro su marco y sus limites constitucionales. Pero en este caso, con su mesianismo inveterado, y dada la historia reciente de América Latina, es mejor estar preparados. La prensa libre de este país seguramente hará su trabajo, pero será tarea de los ciudadanos y los empresarios hacer oír nuestra voz cuando se discutan o promulguen decisiones que están en contra de nuestros derechos democráticos o de la libre iniciativa económica, afectando el crecimiento y la generación de empleo. Será la única manera de defender el futuro y el verdadero bienestar de los ciudadanos.

No quiere decir todo esto que no debamos escuchar o atender el llamado a conversar de quien fue elegido por mas de 11 millones de votantes. Y en esa mesa deberán estar no solo Rodolfo Hernández, sino Fico Gutiérrez y Sergio Fajardo, así como las cabezas de los partidos con representación en el Congreso, y los gremios económicos. Dialogar nunca hace daño. Menos daño hace llegar a acuerdos sobre lo fundamental. Pero sobre lo que no haya acuerdos, que va a ser sustancial, una oposición clara y vocal será el mejor aporte a una democracia vital y dinámica.

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