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No es la primera vez que Petro pide imprimir billetes para financiar el déficit. Ya lo había dicho en enero y en esa oportunidad le había tasado una cifra de $15 billones. El rechazo de todos los analistas responsables fue unánime. Académicos como Jorge Restrepo ripostaron señalando que “no solo se violaría la Constitución, sino que se diluiría el valor de la moneda, del ingreso y salarios y de la propiedad en Colombia”. Lo que pocos notaron era la sustentación que el líder de la Colombia Humana hacía de su propuesta, la cual era podpeer financiar una cuarentena de 2 semanas de “toda la población”. Es decir, paralizar la economía mientras se destruye al mismo tiempo la confianza ante los mercados y el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables, que son las primeras víctimas de la inflación. Esto era una carga de profundidad tanto o más peligrosa que su incitación al paro, que ha derivado en violencia y muerte, vandalismo, e incalculables pérdidas.
La reflexión a que estas nefastas propuestas debe llevarnos es a evaluar no solo la competencia del candidato y su equipo económico, sino también su lealtad intelectual y su seriedad como persona. En el caso de Petro, que dice ser economista, y habiendo sido promotor de la Constitución del 91, los indicios son graves. Primero porque conoce suficiente la teoría monetaria para saber y tener claro sus efectos adversos. Segundo, porque conoce también que la Constitución que él dice defender, prohíbe específicamente esta clase de maniobras, al consagrar la independencia del Banco Central en estos temas. Es decir, no lo hace desde la ignorancia. Lo hace desde el populismo puro y duro.
Tampoco muestra ninguna creatividad. Ya varios países, en diferentes etapas de su historia, han empleado esta fórmula con desastrosas consecuencias. Venezuela, el caso más reciente y cercano, con su moneda llamada “Bolívar Fuerte”, entró en hiperinflación en noviembre del 2016, y 12 meses después ya tenía la divisa más devaluada del planeta. Hoy, su nueva moneda, el “Bolívar Soberano” supuestamente atado a una criptomoneda que nunca entró en operación real y que curiosamente se llama “Petro”, se puede intercambiar por un solo USD a una increíble tasa de 321.000 millones. Los avatares de no tener políticas monetarias sensatas y/o independientes definitivamente se miden en empobrecimiento y miseria. Pero para alguien como Petro, que, aunque admirador confeso de Chávez, alega estar muy lejos de Maduro, parece estar muy cerca de este último en cuanto a la función y los principios que deben guiar un Banco Central. ¡Peligroso en extremo!
Todo esto parte de una conversación equivocada y manipulada sobre la naturaleza de las reservas internacionales, y las sutiles pero fundamentales diferencias que hay entre operaciones de liquidez (que el Banco de la República efectúa todos los días), y emitir para financiar déficits fiscales. Confunden cuando expresan, como en el caso del Senador Luis Fernando Velasco, que el Banco Central, más que velar por la confianza y la estabilidad del peso como moneda, “guarda nuestros ahorros”, cuando quien cumple ese papel es el sistema financiero, quien los intermedia para irrigar créditos a la economía.
Pero lo que sí nos va a revelar esta discusión, en cuanto a candidatos se refiere, es no solo quién tiene los conocimientos mínimos de principios macroeconómicos (que no son ni tan complejos y extensos, incluso para no-economistas), sino quién es responsable y leal con el país y su electorado.