MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Se han dado a conocer recientemente las cifras sobre el comportamiento de las exportaciones colombianas durante el primer semestre de 2016. Dicha dinámica sigue dejando cierto sinsabor respecto al papel de las exportaciones como dinamizadoras de la actividad económica interna, en especial, en su componente no tradicional, el cual decreció 7,6% en el consolidado de los primeros seis meses del año.
Si bien es cierto que en la coyuntura actual el país ha tenido que pagar los costos de una competitividad rezagada por cuenta de cargas tributarias excesivas para los empresarios, falta de infraestructura y lastres en materia de innovación tecnológica, también es cierto que destinos clave para desarrollar el componente exportador con mayor contenido de valor agregado atraviesan complejas situaciones económicas. América Latina, que desde luego no ha sido la excepción, amenaza con presentar por segundo año consecutivo, y con una alta probabilidad, una contracción en su actividad productiva que podría estar entre 0,8% y 0,5%, según estimaciones de la Cepal y el FMI.
Esta reciente dinámica de la región ha sido, precisamente, un factor de preocupación dadas las perspectivas bajistas de corto plazo y las recientes dificultades de su dinámica local, una situación que no se había presentado en varios lustros. Si bien debe reconocerse que, con algunas excepciones notorias, una parte considerable de los países latinoamericanos ha logrado avances notables en los principales indicadores sociales y económicos durante los últimos 25 años (mayor PIB per cápita, menor inflación y desempleo, y estabilización de la deuda externa como porcentaje del PIB), la actual coyuntura podría poner en peligro muchos de los logros alcanzados.
En efecto, los choques macroeconómicos que se han venido registrando desde 2014 han generando incertidumbre sobre hasta qué punto la coyuntura actual afectará el futuro promisorio que hace un par de años era claro para el grueso de la región. Y es que a pesar que el choque sobre las cotizaciones de los bienes básicos y la volatilidad de los mercados han derivado en impactos asimétricos entre países, con menores impactos en aquellos importadores netos de materias primas y mayores en aquellos exportadores netos, la incertidumbre en materia de generación de empleo en la región, reducción de la pobreza y crecimiento sostenido se ha incrementado.
Adicionalmente, las perspectivas para el próximo año, aunque más positivas con respecto a 2016, no señalan aún mayores recuperaciones y todavía distan del importante ciclo expansivo de crecimiento que se registró en periodo 2010-2014. Sin embargo, las buenas noticias aparecen al indagar lo que le podría esperar a la región en materia de crecimiento económico en un horizonte temporal más amplio, donde las perspectivas lucen más positivas.
Estas perspectivas más alentadoras son precisamente las que se desprenden de los más recientes ejercicios sobre PIB incremental realizados por la Asociación Bancaria. En efecto, las previsiones apuntan a que la región como un todo podría tener un buen comportamiento en los próximos tres lustros, un hecho que se vería reflejado en que la contribución de la región al crecimiento del PIB mundial en los próximos 15 años será similar a la contribución generada por la Eurozona, aunque con una alta heterogeneidad en entre países. Según las estimaciones, el PIB incremental de Colombia en la próxima década y media ocupará el cuarto puesto dentro de la región, muy cerca de Argentina, y su contribución será cercana al 10% del PIB incremental de América Latina.
La materialización de un futuro más promisorio para la región, como lo señalan estos ejercicios de PIB incremental, dependerá sin embargo de las acciones que se lleven a cabo para fortalecer y diversificar la capacidad productiva y de políticas económicas acertadas en materia de estabilidad para la inversión y control de los desequilibrios macroeconómicos que propendan por hacer realidad el potencial regional.