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Hoy, que se juramenta Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, me pregunto porqué quienes en Colombia han sido más críticos de nuestra relación cercana con los Estados Unidos, ahora posan de estadistas preocupados por su futuro en esta nueva era. Alarmados alegan que Duque se alineó con Trump en la campaña, cuando en realidad no hay ninguna expresión emanada del gobierno que sustente tal afirmación.
Si la hay, ripostarán, alegando que algunos congresistas del Centro Democrático hicieron manifiesta su preferencia, como la hicieron también, en la orilla opuesta, varios dirigentes de la izquierda. ¿Y eso que importa? pregunto. Los políticos que no están ejerciendo funciones en el Ejecutivo siempre opinan, aquí y en Cafarnaúm. Que yo recuerde, el Plan Colombia se inició en la administración demócrata de Bill Clinton.
Pongámonos un minuto en los zapatos de Biden y miremos cuál es su panorama cuando pose la mirada en América Latina. Dónde va a encontrar “socios naturales”, además de México que, por razones comerciales y de vecindad, será siempre parte de la ecuación. ¿Encontrará su “partner” en el Brasil de Bolsonaro o en la Argentina de Fernández y Kirchner? O será que Chile o Perú, ambos países con inciertos panoramas políticos, ¿llenarán el vacío que dejaría Colombia? La respuesta es no…ni de lejos. Ni aun a pesar del ruido que hagan un pequeño grupo de legisladores progresistas americanos.
Seamos conscientes de nuestra propia importancia. Por nuestra población, por nuestra economía, por nuestra historia, por nuestro tamaño y posición geográfica, e incluso por el peso electoral de nuestros conciudadanos en un estado clave como Florida, nos hemos convertido en el “socio indispensable” de Estados Unidos a nivel regional. Y viceversa. Eso lo saben allá tanto los demócratas como los republicanos, y deberíamos saberlo acá también.
Ahora bien, nadie duda de la importancia de Estados Unidos para nosotros, entre otras porque junto con México, somos únicos entre los “grandes” de América Latina cuyo porcentaje de destino de exportaciones supera ampliamente a China (36% frente a 14% en 2019 para nuestro caso específico según Analdex). También lidera las tablas de importaciones con 23,6% del total y el origen del 18,2% de nuestra Inversión Extranjera Directa también en el 2019 según el Dane.
Pero volvamos a nuestras relaciones bilaterales a partir de hoy. Si el énfasis va a ser en la sostenibilidad ambiental y la lucha contra la deforestación, el problema será Brasil y no Colombia. Y si el énfasis es sobre Derechos Humanos y defensa de la democracia, el problema será Maduro y Colombia parte de cualquier eventual solución.
El hecho es que, en verdad, se presentan oportunidades para poder diversificar mucho más nuestra relación, más allá de la necesaria erradicación de cultivos ilícitos, que parecía ser, junto con el tema de Venezuela, los dos únicos pilares en la era Trump. Los temas de comercio y de inversión, enmarcados en nuestro Tratado de Libre Comercio, mediocremente aprovechado, y la posibilidad de atraer manufactura basada en China de propiedad norteamericana, podrían saltar de prioridad en la agenda, con impactos más inmediatos en nuestro crecimiento.
Es entonces la hora de aprovechar una oportunidad histórica con una administración entrante y dejar de lado los graznidos de las aves negras. Y si vuelven a preguntar cómo será nuestra relación con Biden…se les responde ¡Bien gracias!