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Dentro del arsenal de instrumentos para revitalizar la dinámica productiva, explotar el potencial de los mercados financieros continúa siendo uno de los grandes imperativos.
Si bien la industria financiera se ha configurado como una de las piezas claves para el crecimiento y desarrollo económico, diversos estudios señalan que el estado actual de esta industria en el país dista de sus niveles potenciales de desarrollo.
En consecuencia, para consolidar mayores tasas de crecimiento a nivel agregado se deben precisar acciones que logren promover aún más el mercado crediticio y de capitales.
Este último, que exhibe un rezago marcado en materia de profundidad, reviste una particular importancia en la medida en que cuenta con elementos transversales para el desarrollo del sistema.
Su propósito no es otro que el de fortalecer, junto con el sistema bancario, un ecosistema que permita asignar y canalizar más eficientemente el ahorro hacia alternativas de inversión altamente productivas.
El desarrollo de estos mercados debe gestarse, desde luego, de forma conjunta, aprovechando sus potencialidades y sinergias para favorecer la formalidad y el financiamiento de proyectos empresariales y personales.
En este contexto, la titularización de la cartera crediticia es por supuesto un elemento de alto valor.
Tal mecanismo, que no es otra cosa que la transformación de activos o bienes en valores negociables con el fin de obtener liquidez, resulta ser una herramienta con alta incidencia para la economía y el sistema financiero, pues es uno de los procesos en los cuales se evidencia la forma en que se articula el mercado crediticio y de capitales.
Esta herramienta permite diversificar y fortalecer el fondeo de las entidades crediticias y optimiza la gestión de riesgo en el sistema.
Así mismo, fomenta y robustece las alternativas de inversión para diversos agentes de la economía con el objeto de canalizar el ahorro de forma productiva, una necesidad de singular importancia para el país.
De hecho, al compararnos con países de la región, la titularización sigue contando con gran potencial de crecimiento.
Actualmente, el saldo de las titularizaciones tan solo representa el 0,9% del total de la cartera crediticia del país y bordea el 0,5% del PIB, un nivel relativamente bajo y que plantea un panorama amplio de oportunidades de crecimiento y desarrollo del mercado de titularizaciones en el país.
Esta realidad nos invita a diversificar el portafolio de activos subyacentes de estos títulos, evaluar la viabilidad de establecer incentivos tributarios que impulsen su demanda, así como ampliar transfronterizamente las oportunidades de inversión.
También resultará crucial contemplar los requerimientos de las regulaciones financieras internacionales que pueden convertirse en un pie en el acelerador para profundizar la emisión de titularizaciones.
Hoy el país debe aplaudir que el Gobierno haya decido abanderar la nueva Misión para el desarrollo del Mercado de Capitales, pero también esperar a que se den avances importantes en estos frentes.
En efecto, la misión de continuar fortaleciendo los sectores que han estimulado de manera estable el crecimiento económico pasa, indudablemente, por la necesidad de concretar una hoja de ruta que ponga en marcha acciones para fomentar mercados más profundos, líquidos y eficientes, así como alternativas atractivas para el fondeo de largo plazo que impulsen sinergias entre el sector bancario y el mercado de capitales y que apoyen más decididamente el crecimiento económico del país.