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Veo a muchos amigos del Gobierno sacando pecho por la bajada del dólar en las últimas semanas, reclamándolo como un triunfo de la confianza generada por las políticas del presidente Petro. Que equivocados están. Efectivamente, el dólar pasó de estar por encima de los $4.800 a bajar la barrera de los $4.500 en las últimas semanas. Pero son varios los factores que explican esa baja y ninguno, salvo dos, y de los cuales uno por las razones equivocadas, tiene que ver con su política económica.
Veamos primero lo que más incide normalmente en la tasa de cambio que es la confianza país y su estabilidad económica. El día de la segunda vuelta el año pasado, la tasa de cambio estaba en $3.905 por dólar cerrando año nuevo en $4.810. Un increíble aumento de 23%. Para este año ya empezaba a operar la reforma tributaria, que, para ser justos, implicaba una reducción del déficit fiscal, pero a un costo inmenso sobre el crecimiento y la confianza inversionista. Al mismo tiempo, la Reserva Federal de Estados Unidos empezaba a relajar su política de subida de tasas, que han llegado a 4,75% dado que la inflación de ese país también empezaba a ceder. Esto ocurría mientras nuestra inflación seguía galopante hasta llegar en marzo a 13,3%, lo que ha obligado al Banco de la República a llevar la tasa de referencia a 13%. ¿Qué significa todo esto? Que los capitales de inversión ya no tienen la misma rentabilidad comparativa en Estados Unidos, lo que ha provocado un debilitamiento mundial del dólar. Es decir, nada que ver con esfuerzos nuestros.
Mientras tanto, dos fenómenos económicos aceleraron sus dinámicas este año, causando un mayor flujo de divisas al país; las remesas y el narcotráfico. En el caso de las remesas, crecieron 28,6% en febrero frente al año pasado, llegando a US$832 millones. Lo del narcotráfico es muy difícil de calcular, pero es claro que estamos nadando más en dólares debido en gran parte al aumento exponencial de cultivos ilícitos. Y aquí parte del crédito se lo lleva el Gobierno con sus pésimos resultados en erradicación, la cual ha sido prácticamente inexistente desde que llegó al poder.
Esto no quiere decir que haya confianza en el país, la cual sigue por el suelo tanto desde el lado inversionista como del consumidor. Por el contrario, el año pasado tuvimos un récord de US$6.500 millones de salidas netas de capital, la mayor cifra desde que se tiene registro según estudios de Credicorp Capital. Lo que significa en verdad es que la llegada de dólares de remesas y narcotráfico, más que compensa la anterior cifra y por eso vemos la tendencia bajista de la divisa estadounidense.
Pero los fundamentales siempre terminarán imponiéndose. Si nuestra economía sigue desacelerándose y entra en una dinámica de bajo crecimiento, el peso eventualmente volverá a debilitarse y esto hará más arduo el control a la inflación que se verá vía costo de los insumos en la producción y en la canasta familiar. Y el Gobierno de Gustavo Petro mientras tanto, acentúa este fenómeno con iniciativas que causan más incertidumbre y menos crecimiento. Según un informe de la Universidad Eafit, aprobar las reformas de salud, laboral, y de pensiones, le restarían nada menos que 1,4 puntos porcentuales al PIB hasta 2030. Así que sigan sacando pecho por tasas de cambio momentáneas, que aun así están muy por encima de hace un año, mientras le arrebatan al país su más preciado activo económico en las últimas décadas que ha sido su notable crecimiento.