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Cali tiene una oportunidad histórica para ser un referente internacional de desarrollo y urbanismo sostenible. Más allá de las expectativas exageradas o las críticas generadas, lo cierto es que la COP16 de Biodiversidad tiene potencial para definir un nuevo rumbo para la ciudad; como ha ocurrido con las sedes de cumbres globales de medio ambiente que han logrado articular a los gobiernos, las empresas y la ciudadanía para que el legado perdure.
Las ciudades que han albergado eventos de esta magnitud han experimentado transformaciones significativas. Nagoya, Japón, por ejemplo, consolidó su compromiso con la conservación de la biodiversidad a través de la creación de un centro especializado y la promoción de iniciativas ciudadanas. Cancún, México, demostró su capacidad organizativa y logró involucrar al sector privado en la búsqueda de soluciones al cambio climático. Y Lima, Perú, obtuvo importantes beneficios económicos y posicionó al país como un actor clave en la lucha contra el calentamiento global.
Nagoya, Japón, fue la sede de la COP10 de Biodiversidad en el 2010, algunos impactos que dejó fueron: el establecimiento del “Centro de Biodiversidad de Nagoya”, la creación de un Consejo de Actividades de Conservación de la Biodiversidad en Nagoya, la tradición de organizar ferias (“Nagoya Biodiversity Center Fair”) con el fin de promover iniciativas de ciudadanos para conservar la biodiversidad, el aumento de la planeación urbana con enfoque ambiental y en actividades de recuperación de la biodiversidad (Nagoya Convention & Visitors Bureau, s.f).
Ese mismo año se realizó la COP16 de Cambio Climático[1] en Cancún, México. Este fue una oportunidad para tener visibilidad internacional, pues la ciudad demostró tener capacidad logística y diplomática para propiciar negociaciones entre Estados, dando como resultado la adopción de los Acuerdos de Cancún. Así mismo, logró involucrar al sector privado en la búsqueda de soluciones a los problemas relacionados al cambio climático, por ejemplo, en la organización de Ferias Tecnológicas de Soluciones Verdes (Secretaría de Relaciones Exteriores, s/f).
En 2014 se celebró la COP20 de Cambio climático en Lima, Perú. A partir de un análisis costo beneficio, se determinó que el evento tuvo un impacto económico directo por un monto de US$124,8 millones y un impacto indirecto debido al encadenamiento que produce en otros sectores, por un valor de US$94,7 millones. Entre otros beneficios, creó 26.706 puestos de trabajo temporales y los 10.900 visitantes extranjeros gastaron un promedio de US$170 por día durante una estadía promedio de 10 días en Lima. También, se generó un ingreso para la ciudad por un valor de US$21,5 millones en la industria hotelera, alimentación, transporte, servicios turísticos, compras menores, entre otros. Por último, se logró la financiación de proyectos en gestión de cambio climático por un valor de US$455,4 millones. (Ministerio de Ambiente Perú, 2016).
¿Qué puede hacer Cali con esta oportunidad? El alcalde de Cali, Alejandro Eder tiene en sus manos la posibilidad de construir su legado para la ciudad. Imaginemos una Cali donde la red de parques más ambiciosa de Latinoamérica conecte a los caleños con los farallones, los ríos y evoque la magia del Pacífico. Una ciudad donde la biodiversidad sea parte de la vida cotidiana y donde los ciudadanos nos sintamos orgullosos de vivir en un entorno natural y saludable.
Hagamos que Cali sea ejemplo mundial de urbanismo sostenible.
¡La COP16 es nuestra oportunidad de hacer realidad este sueño!
*En colaboración con Felipe Giraldo, estudiante de Economía y Derecho de la Universidad Icesi.