Analistas 21/04/2025

Aglomeración urbana vs. descentralización intelectual

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Paul Krugman (1991 “Increasing Returns…”) solidificó las teorías de aglomeración urbana, postulando que el conjunto de ganancias resultantes de las “economías de escala” (reducción de costos) y “economías de alcance” (nuevos productos) superaban las externalidades geográficas de dicha aglomeración espacial y social.

Sin embargo, muchas de estas ideas han caído en desuso, al estársele dando ahora mayor preponderancia a la etérea idea de que “las instituciones mandan” a la hora de explicar por qué las naciones salen adelante y evitan el fracaso (Acemoglu y Robinson, 2012). Y digo que se trata de una idea etérea pues aún dichos autores han venido a ilustrar y reconocer (¿?), una década más tarde (2020 “El Estrecho Corredor”), que la construcción y triunfo de dichas instituciones es el resultado de múltiples factores (incluyendo por supuesto los geográficos, biológicos, culturales y religiosos).

Particular relevancia tiene el trabajo multidisciplinario liderado por Gailor (2022 “The Journey…”), quien ilustra cómo el paso de humanidad nómada a sedentaria se dio en Europa y no en África (por el problema de los mosquitos sense). Gailor también profundiza sobre factores culturales y religiosos, que explican conflictos milenarios (incluyendo los actuales en Medio Oriente y África).

El fenómeno de instituciones como resultado y no como explicación, es similar al de disparidad en productividad entre naciones: este es un resultado agregado observable que, en sí mismo, no explica las diferentes velocidades del desarrollo económico, sino que debemos explorar los múltiples factores detrás de tales fallas en productividad (mala infraestructura, altos costos energéticos-laborales, baja educación, ubicación geográfica, etc.).

Esto implica que no existe fórmula clara para construir dichas instituciones; todo lo que sabemos es que cuando ellas funcionan bien, estas suelen acompañar exitosos desarrollos económicos y sociales. Claramente, no se trata de una “teoría de las instituciones”, sino de una importante observación histórica y global, enfatizando alta correlación entre “buena organización estatal”, crecimiento sostenido y mejora sustantiva del bienestar de la población.

A muchos ciencio-politólogos y economistas esta idea de dominancia de las instituciones sobre muchos otros factores los ha deslumbrado por décadas, pero, para muchos otros (incluyéndome), esta no pasa de ser una interesante y útil descripción de un postulado algo tautológico: examinar cuando las cosas funcionan bien y tratar de descomponer sus elementos no significa tener la fórmula para su construcción y mucho menos cuando está de por medio el elemento de masas con ideologías cambiantes en el tiempo.

Memorias del Banco de la República en su primer centenario
Banco de la República

Basta mencionar que al grueso de la población le parecía, tres décadas atrás, que el impulso a los tratados de libre comercio y la apertura a la competencia era un camino apropiado para acelerar el desarrollo de Asia y América Latina y, en efecto, así ocurrió en China, Malasia, Indonesia y Vietnam, como en México, Brasil, Chile y Perú (lamentable la excepción de Colombia). Pero ahora esas “instituciones” han cambiado de parecer y buscan alterar el exitoso modelo sin tenerse claridad sobre alternativas realistas.

¿Acaso ha quedado superado el decálogo del llamado “Consenso de Washington”? La respuesta es un contundente no; sigue siendo determinante para el desarrollo sostenido económico-social la libertad de los mercados, el libre comercio, la limitación del Estado burocrático, dejando que la iniciativa privada compita y que el Estado entre a regular para evitar “oligopólicos-colusivos”, ver Clavijo (2022 “Deuda Pública…” Documento Cede-Uniandes No. 4).

El gran desarrollo digital hoy permite pensar en alternativas a dicha “aglomeración” del capital, especialmente en el caso del capital humano, buscando más bien fructífera dispersión para ganar en innovación.

Un buen ejemplo práctico sobre descentralización del conocimiento lo ha provisto el propio Paul Krugman, quien, siendo Premio Nobel de Economía (2008), renunció a la prestigiosa Universidad de Princeton y se fue a enseñar al Colegio de Graduados de la universidad municipal de Nueva York (Cuny) y ha estado dispersando útil conocimiento durante 2015-2023. Sus colegas han reconocido y elogiado esa entrega académica territorial, regresando a sus raíces, quien es originario de Albany, Nueva York, ver Galbraith (2023 “Down on the Biden Economy” Project Syndicate Sept. 20th).

En este sentido, también cabe aplaudir la tarea de pedagogía regional que viene impulsando el Banco de la República, BR, al delegar en sus profesionales de alta calidad ese positivo efecto de esparcir el conocimiento en las regiones. Esto ha ocurrido tanto en su componente de elevar la vara educativa regional, como de detectar y ayudar a resolver problemas territoriales.

Por ejemplo, desde 2002 se inició la tarea de consolidar sucursales del BR con vocación cultural e investigativa, con ciertas especialidades temáticas: en Cartagena los regionales; en Medellín los laborales; en Cali los industriales; y en Bucaramanga los agrícolas (Hernández, 2023 “Las sucursales…” Memorias del BR). A su vez, esto ha tenido positivo impacto sobre las universidades regionales, haciendo una realidad esto de la “descentralización del capital humano”, también en Colombia.