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Aunque “improbables”, existen casos emblemáticos de empresarios hechos a pulso. Empresarios exitosos “vienen en todos los tamaños y sabores”. Por ejemplo, es conocido el repartidor de frutas de Gigante-Huila a quien la guerrilla sacó quebrado al acusarlo de capitalista. Y, tras haber escalado de su bicicleta a la moto como capital de trabajo en Neiva, logró triunfar en Bogotá gracias a su ingenio. En Anif tuvimos oportunidad de conocer a ese microempresario, escuchar en “directo” la realización de su exitoso sueño y premiarlo para ejemplificar su tesón entre pares. Infortunadamente, ese creador de Surtifruver resultó siendo víctima de la delincuencia organizada.
También son conocidos los casos del vendedor de “seguros de capitalización” que terminó comprando un banco casi quebrado y cerró su exitosa vida de banquero negociando empresas de talla mundial; o el del ingeniero de caminos rurales quien debió asumir la empresa de su jefe, al ser este último asesinado por la guerrilla. Y tras 70 años de arduos trabajos, ese empresario constructor creó uno de los principales conglomerados del país, el cual genera cerca de 70.000 puestos de trabajo. Suerte, disciplina, perseverancia y resiliencia han requerido todos estos empresarios al acrecentar sus negocios y capital.
Y también existen los políticos hábiles y honestos que han logrado manejar la tribuna pública para ascender hasta la Presidencia. Sus fórmulas de triunfo no se diferencian de las aplicadas por los exitosos empresarios. Por ejemplo, un joven gobernador de provincia se asomó a la vida nacional llegando a la Cámara de Representantes y pronto aprendió los menesteres de ministerios honestos y exitosos. Por cábalas de la vida, llegó a ser “el bateador emergente” en la campaña presidencial de 1990, tras el asesinato a manos del narcotráfico de su emblemático líder político. Y con su carisma y valentía ejerció la Presidencia que el país requería a la hora de modernizar una Carta Política que ya completaba una centuria y clamaba por apuntalar la descentralización político fiscal.
A Colombia le llegó su Winston Churchill en esos momentos tan difíciles y cercanos al “Estado Fallido”, donde las clases pudientes habían optado erradamente por delegar la seguridad nacional en “rondas campesinas (paramilitares) y amparadas en bajos niveles de impuestos empresariales bajo el falso supuesto de que cada cual debía proveerse su propia seguridad. Y cuando todo era caos y la tasa de homicidios se acercaba nuevamente a las lecturas de “guerra civil” (hasta de 50 por cada 100.000 habitantes en 1953), he aquí que el país reaccionó positivamente y logró el gran acuerdo nacional conducente a crear la Carta Política 1991, la cual hoy intentan emular los chilenos, sin aun conseguirlo.
Tal vez el dirigente político más “improbable” ha sido Betancur
Tal vez el dirigente político de Colombia más “improbable” ha sido Belisario Betancur (BB, 1923-2018), tal como lo calificó en su obituario el New York Times al registrar su fallecimiento a sus 95 años. Con ocasión del centenario de su natalicio, se revivieron en 2023 varias de las obras que resumen su descomunal carrera (ver el magnífico recuento de C. Caballero y D. Pizano, 2023 “BB: Una vida sin límite).
Aunque no tuve oportunidad de trabajar directamente para BB, interactúe con su equipo económico bajo su gobierno (1982-1986) y apoyamos desde el BR el crucial programa de ajuste que le permitió a Colombia capotear la grave crisis de la deuda de México (ver S. Clavijo, 2023 “Educación Comprehensiva: Memorias”. Solo vine a conocer a BB en su “Santillana” y con ocasión de los 35 Años de Anif (en 2009) nos dio un estimulante reportaje de su vida.
Son bien conocidos los logros políticos de BB como impulsador de la Constituyente de 1951-1953, pieza clave para restablecer la democracia en Colombia, tras el conflicto generado por la crisis del 9 de abril de 1948. De allí saltaría al Senado y como MinTrabajo de Valencia (1962) lograría un gran acercamiento sindical que le daría una base amplia, incluyendo la del partido liberal. Gran logro político de un conservador-heterodoxo (como se autodefinía). Curiosamente, al no haber perseguido el partido conservador el encarcelamiento del General Rojas, tras su golpe de 1953-1957, le permitiría a BB contar con el apoyo de la Anapo en su conquista presidencial. Y también porque BB supo leer bien las divisiones al interior del partido liberal, aprendiéndole a López Michelsen (su amigo-enemigo) el arte del apalancamiento político mediante la división.
Menos conocidos han sido los escalamientos sociales que logró ese “campesino genio de Amagá”, quien ejercía como ayudante de maestra al no haber niños de su edad en esa remota zona rural. Desde temprana edad fue “seminarista rebelde”, abogado de la U-Bolivariana de Medellín, quien dormía en las bancas del parque cercano, hasta conseguir una beca que lo catapultó como hábil periodista, tanto al servicio de los liberales (en Semana) como de los conservadores (codirigiendo El Siglo con Álvaro Gómez y bajo la batuta de Laureano).
Su amor por la historia y las artes incluyó la creación de la editorial Tercer Mundo, ser embajador cultural ante Europa, la práctica de la poesía y el tiple; y vivir siempre con el empuje del “sí se puede”, afortunadamente moderado por la ortodoxia de su equipo económico (Junguito, Caballero, Pizano y Palacios, quienes nos permitieron conocer a BB en toda su dimensión).