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En medio de la tensión global causada por giros políticos (2016-2019), hacia la derecha Trumpista en Estados Unidos y hacia la izquierda en América Latina, se ha hecho cada vez más relevante contar con sólidas instituciones para evitar que el Ejecutivo de turno borre años de progreso económico y social.
Relataba Lewis (2018, “The Fifth Risk”) cómo, desde el arribo de Trump, los funcionarios públicos de carrera jugaron un papel determinante para evitar que su fundamentalismo de derecha arrasara con la institucionalidad del sector salud (en medio de pandemia), la información relacionada con el sector agrícola y hasta con la disponibilidad de variables climáticas que han sido las que permiten advertir sobre riesgos de incendios, tornados o inundaciones.
Gracias a ese triunfo de la institucionalidad, los mandos medios del sector público evitaron que Trump desmantelara el Estado-Federal. Y también se tornó valiosa la independencia Federal, particularmente en los casos de Nueva York y California, salvaguardando los sistemas de salud y hasta la organización de la Rama Judicial.
Por esto mismo es que analistas políticos están poniendo de presente el peligro de una segunda llegada de Trump en noviembre-2024. Su actual campaña está ahora focalizada en asegurarse que los mandos medios no tendrán una segunda oportunidad de frenar sus radicales cambios. Trump tiene entre ojos la independencia de un poder judicial que actualmente lo procesa por evasión de impuestos, manejo indebido de secretos estatales y rebeldía electoral.
Y en Colombia tenemos situaciones similares, pues las Altas Cortes han tenido que frenar ímpetus anti-institucionales de la Administración Petro. Recientemente la Corte Constitucional (Auto 272 del 2023) expuso en detalle los argumentos para llegar a suspender temporalmente y de manera extraordinaria leyes que contrariaran lo dispuesto en el Art. 241 de la CP-1991.
Igualmente cabe aplaudir fallos del Consejo de Estado que revocaron decretos que atentaban contra la autonomía que, por Constitución, se le otorga al sector energético vía la regulación Creg. Igual cabría esperarse de los decretos del Mhcp y de MinTransporte que congelaban el cobro de las tarifas de peajes, donde parecería que el propio gobierno se ha percatado de su grave error, costándole un $1 billón en el primer año.
Luego toda esta antesala nos debe ilustrar la importancia de estar celebrando el primer centenario de la creación, en 1923, del Banco de la República (BR), la Superintendencia Financiera (SF) y la Contraloría General de la República (CGR). A lo largo del mes de julio de 2023 se han presentado libros y eventos que nos recuerdan cómo BR-SF fueron acoplándose a ciclos económicos y a la modernización de sus instituciones.
Infortunadamente, no podemos decir lo mismo de la CGR, la cual tuvo etapas oscuras de abierta corrupción, especialmente durante 1970-1990, y en épocas recientes de inapropiados incrementos burocráticos, alimentados por ánimos políticos que drenan su eficacia. En vez de haber achicado la abultada nómina de la CGR, durante la Administración Duque se dio paso a una serie de leyes que la ensancharon en cerca de 1.000 funcionarios, llevándola pronto a unos 7.000. Diversos estudios habían concluido, tres décadas atrás, que con la mitad de esa nómina y recurriendo al eficaz sistema de “tribunales de cuentas” (como los que operan en España) se hubieran logrado mejores resultados y con garantía de descontaminación político-burocrática.
Lo que sí ha salido bien es la dupla BR-SF, especialmente tras la autonomía institucional que otorgó la CP-1991: no solo se logró “quebrarle el espinazo” a la persistente inflación de dos dígitos (aunque tomó una década más de lo pensado), sino que el aprendizaje tras la crisis hipotecaria (1998-2002) ha dejado clara la importancia del capital humano creado a través de décadas. A nivel técnico, este triunfo se conoce como el “esquema de inflación objetivo” (adoptado a raíz de la flotación cambiaria del año 2000), el cual ha estado acompañado de políticas macro prudenciales, cuyo cumplimiento vigila la SF.
Cabe destacar dos libros que reseñan los aportes múltiples del BR-SF a lo largo de este último siglo: el referido a la historia operativa del BR (“Memorias del BR en su primer centenario”, 2023) y el de sus valiosas contribuciones en el campo de la cultura en sentido amplio (“BR 100 Años de Patrimonio y Cultura). Del primero cabe destacar el detallado relato sobre la forma en que se construyó ese conocimiento técnico, particularmente desde 1961 en adelante, y los aportes que de allí se derivaron para todo el Estado Colombiano (Steiner et al. “Un Siglo…”).
Y como en el caso de los buenos médicos, cuyos pacientes los ignoran cuando nada les duele, ese silencioso progreso se refleja en la modernidad del sistema de pagos, la ausencia de hiperinflaciones (desde 1898) y valiosas lecciones sobre solidez financiera (Bernal, “Contribuciones al sistema de pagos”). No obstante, es evidente que la aceleración del mundo digital estará representando grandes desafíos en el futuro inmediato, particularmente en lo concerniente a la inclusión financiera y a un costo más bajo (Clavijo y Vera, 2023 “Banca Central…”).
Así que nos unimos al soplo de esas 100 velas de reconocimiento institucional a estos bastiones de seguridad económica y social!!!