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Analistas 24/06/2024

Dualidad fiscal y monetaria

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

El mundo desarrollado ha estado positivamente impresionado por el aguante de la economía de los Estados Unidos ante la arremetida inflacionaria (2022-2023) y los diversos choques fiscales y geopolíticos. En efecto, los Estados Unidos estará creciendo (nuevamente) cerca de su potencial de 2,5% en 2024 y, gracias a su alta flexibilidad laboral, el desempleo promedia solo 4%.

Y cabe anotar que esto ocurre a pesar del advenimiento de robotización y diseminación digital. Luego ha podido más la “destrucción creativa”, impulsando especialmente el sector servicios, que los llamados de los “nuevos luditas” (tipo Acemoglu y Johnson, 2023 “Power & Progress) a sobre-regular dichos sectores por temor a supuesto escalamiento en desempleo.

También ha resultado positiva la estrategia Biden de impulsar la infraestructura y la fabricación de supercomputadores y microchips en territorio de los Estados Unidos, tanto por posicionamiento industrial como por razones de seguridad nacional. Pero esto no viene gratis y la contrapartida ha sido el mantenimiento de déficits fiscales bordeando 6% del PIB durante 2020-2023 y llegando a 7,5% del PIB en 2024.

A pesar de su buen crecimiento real, el recaudo está creciendo por debajo de lo requerido para estabilizar la deuda pública. Este ha sido el legado de la reforma tributaria Trump que mantuvo tasas corporativas bajas (21-24%) y alivios Pyme y hogares de clase media, los cuales no lograron ser compensados por la mayor tributación en rentas de capital. Así, es muy probable que esa debilidad tributaria se extienda bajo un eventual gobierno de Trump, a partir de 2025.

Así, la relación deuda pública / PIB de los Estados Unidos, durante 2024-2030, será un escalamiento del actual 100% hacia 115%. En parte, dicha trayectoria se ha visto agravada por tasas de interés pasando de 2% a 5%-6% anual en rentas hipotecarias de largo plazo y los bonos del Tesoro hacia 4%-5% durante 2021-2024.

Es claro entonces que existe una grave dualidad entre la política monetaria, que ha tenido que llevar su repo a 5,5% para contener la inflación cerca de 3% en este 2024, y los estímulos fiscales que han continuado algo desbordados con esos déficits fiscales de 7% del PIB en los Estados Unidos. Y, aun así, el mercado tiene favorables lecturas de los mercados financieros de los Estados Unidos al mantener los Tesoros a 4% anual y el S&Poors con valorizaciones de 15% durante el primer semestre de 2024.

Pero Estados Unidos luce como la excepción en el mundo desarrollado. En efecto, las recientes elecciones en Europa han ocasionado serias dudas sobre el ordenamiento monetario y fiscal tras las derrotas en Francia y Alemania a manos de derechistas que están hablando de volver a bajar la edad de pensión hacia los 60 años y salirse (eventualmente) de la Unión Europea. Estamos hablando de una zona euro que ya bordea la recesión y, a pesar de la reducción de -25 pbs por parte del BCEuropeo, la inflación todavía no está anclada a 2%; de allí que los mercados hayan optado por castigar los bonos soberanos (particularmente de Francia) ante la alta probabilidad de tenerse mayorías derechistas-populistas (incluyendo Hungría, Holanda y Austria).

Y en América Latina ocurre algo similar, pero aquí a manos de la izquierda-populista, tal como acaba de consolidarse en México y Brasil; entretanto, Chile, Colombia y Perú atraviesan difíciles momentos de eventual tránsito hacia un centro-político mas moderado de 2026 en adelante. En Colombia se acaba de divulgar el MFMPlazo-2024, en medio de la caída de 2% del PIB en el recaudo esperado para este año (afectado por la desaceleración del PIB-real, el fiasco del supuesto recaudo por “litigios” y el fallo de la Corte sobre no descuento de las regalías).

A pesar de que tanto el ministro Bonilla como Ocampo aseguran que “todo-bien-todo-bien”, es evidente que se tiene un grave deterioro de la posición fiscal de Colombia. Ellos dejaron perder la oportunidad de consolidar déficits que convergieran hacia 3% del PIB en 2024 y lejos hemos estado de lograr superávits primarios sostenidos de al menos +1% del PIB.

En el cuadro adjunto se observa que ese desplome de los ingresos totales (cayendo de 19% hacia 17% del PIB durante 2023-2025) estará causando un incremento del déficit fiscal de 4% hacia 5%-6%, a pesar de los recortes presupuestales anunciados por cerca de 2% del PIB. Nótese cómo, durante todo ese periodo 2019-2025, nunca se habría alcanzado un superávit primario y, como resultado de ello, la Deuda Pública Bruta del gobierno central estaría pasando de 56% a casi 60% del PIB y la deuda consolidada de 65% a 68% del PIB.

Así que Colombia está repitiendo el mismo sainete de 2012-2019, cuando el país se ufanaba de estar cumpliendo la Regla Fiscal, pero su deuda escaló de 35% hasta 54% del PIB. Y como resultado de ello y del choque de pandemia, se perdió el grado de inversión, quedando con niveles de deuda de 65% en 2020. El Carf debería afinar sus reglas para asegurarse que se cumplen metas de balance primario que verdaderamente contienen estos escalamientos de la deuda pública bruta. Es así que nuestro BR enfrenta esta dura dualidad de una política monetaria bajo grave dependencia fiscal y de allí las dificultades para acelerar reducciones en sus tasas de interés.

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