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Amartya Sen, premio nobel de economía de 1998, combinó de forma maravillosa sus intereses académicos (filosofía, matemáticas y economía) con sus experiencias pro-democracia. Estas últimas ocurrieron en la India colonial británica (1940-1947), durante la escisión con Pakistán y como espectador del movimiento anti-segregación racial (1960-1968) en Estados Unidos.
Actualmente y bordeando los 90 años, el profesor Sen continúa activo tanto en los frentes académicos como en los prácticos. Su ascenso en las prestigiosas universidades de Harvard, Cambridge, Stanford, y Calcuta, se acompañó de importantes aportes en la creación del Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, al lado de su gran amigo Mahbub Ul Haq.
Relata Sen (2021 “Home in the World”) sus memorias sobre cómo desde su infancia se interesó por la vida de los otros y lo marcaron las penurias de las hambrunas. Amartya trasluce en su relato bondad y agradecimiento con la vida, pero, ante todo, mucho esfuerzo por aprovechar bien oportunidades que se le iban presentando a su familia de clase media, impulsada por un padre académico (Ph. D. en química) y una madre interesada en literatura (como lo sería también su primera esposa).
Especial interés despierta en el lector el capítulo sobre las hambrunas de 1943, en la zona Bengalí (hoy Bangladesh). La iluminante conclusión de Sen es que uno de los baluartes de la democracia es la libertad de prensa, a través de la cual se sabe (algo tan elemental) como la verdad de lo que está ocurriendo.
En aquel momento se presentaba allí la paradoja de que el gobierno bajo la égida Raj (de corte colonial) acallaba la situación a través de controlar todos los medios locales, ocultando así la tragedia de la hambruna que afectaría a cerca de dos millones de personas (10% de la población). Se requirió que se dijera la verdad en los medios de Gran Bretaña para que el establecimiento colonial tomara nota de la crisis. Y fue así como Sen concluyó que bajo democracia y libertad de prensa se evitarían las hambrunas, gracias a oportunas denuncias para evitar tal colapso.
Para el mundo de los economistas, los capítulos dedicados a la forma en que se debatía al interior de la Universidad de Cambridge, durante los años 1930-1950, son iluminantes. Algo de esto ya lo había relatado Silvia Nasar (2012 “Grant Pursuit”), en los casos de Marshall y Keynes. Pero la revelación de intimidad de Sen con las figuras de Maurice Dobb, Piero Sraffa y Joan Robinson son reveladoras de su interés por la filosofía política como fundamento de lo que sería el área de “economía del bienestar”.
Esta empezaba a aflorar fuera de Cambridge bajo las visiones neo-clásicas de Paul Samuelson (en el MIT) y Kenneth Arrow (en Stanford y Harvard). Luego a Sen le tocó la dura tarea de buscarse adeptos a los temas de “economía del bienestar” entre sus estudiantes de Cambridge y Calcuta, pues en el profesorado estos temas tenían poca acogida. Por eso terminó alimentándose intelectualmente de sus colegas del área de filosofía política, incluyendo al afamado Rawls.
El propio Antonio Gramsci y Sraffa, en sus debates sobre partidos políticos de coalición, terminaron aportando enfoques alternativos al “teorema de la imposibilidad de Arrow”. Este teorema sería reformulado por Sen bajo la óptica de que el postulado de Arrow de “preferencias sociales” era una construcción teórica, luego probarle inconsistencias a su interior era algo irrelevante para el mundo práctico. Fue Buchanan el que inspiró la idea de Sen mediante el principio de “los votantes” (esos sí reales). Así, Sen logró “corregir” el teorema de Arrow, quien lo aceptó al final (pero con su silencio).
Para llegar a la discusión política “entre italianos” (liderada por Sraffa), Sen tuvo que mostrar pergaminos de profundo filosofo político. Ellos los traía desde su juventud en Calcuta, tras estudiar a fondo a Karl Marx. Los fundamentos de “modos de producción” y la conclusión política de “dictadura del proletariado” nunca lo convencieron; pero sí sus principios de estructuras políticas y la forma en que estas estaban arraigadas en decisiones colectivas. Curiosamente, Sen defendería los principios liberales del propio Marx, contrariando las conclusiones partidistas de Sraffa y terminando mas cerca de Dobb. Pero ni Sraffa ni Dobb lograron detectar a tiempo el autoritarismo de los partidos comunistas y los horrores que ocurrirían bajo Stalin y Mao durante 1950-1970.
En cambio Sen se puso en la tarea de defensa de la democracia y la libertad de prensa, enfrentando, por ejemplo, a Oscar Lange en la Universidad Chicago. Lange concluía erradamente sobre la supuesta superioridad de las economías de planificación centralizada y con ello caería de su pedestal académico. Sen siempre tuvo la virtud de escuchar argumentos, independientemente de donde estos provinieran, y por ello terminó siendo “aliado” del súper-neoclásico Buchanan (premio nobel de economía de 1986) al destacar ambos el papel de la libre elección social. Con ello, Sen se distanció de su escuela de Cambridge, la cual se había quedado en las discusiones macro de los años 1960-1970. Mientras la profesión viraba hacia los temas micro-sociales, Sen mucho aportaría en filosofía política, al tiempo que lamentaba el auge de la árida topología que dominaría en las universidades de vanguardia.