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Estamos a 20 meses de llegada de un nuevo gobierno periodo 2026-2030. Probablemente esos 500.000 votos en blanco de julio-2022 habrán recapacitado y concluido que el “sr. Blanco” no gobierna y que fue el Sr. Petro el que paralizó el progreso de Colombia durante 2022-2026. También habrán concluido 700.000 votos de centro-izquierda a favor de Petro que hicieron la diferencia a favor de la supuesta “Colombia-Humana”.
Pero fue ese partido, contrario a la iniciativa privada, el que se ensañó contra los más desprotegidos: encareciéndoles la prestación de los servicios básicos de salud; obstruyendo el otorgamiento de créditos a vivienda de interés social; frenando los créditos universitarios del Icetex; entorpeciendo la prestación de los servicios de gas y electricidad; y obstaculizó proyectos de infraestructura al frenar reajustes de peajes al ritmo de la inflación, establecido por la Ley de concesiones viales. Nos tomará todo un cuatrienio enderezar las alianzas público-privadas que había establecido la Constitucion-1991 y que ya daban sus buenos frutos.
Por todo lo anterior, resulta importante realizar ejercicios de planeación-estrategia-país. El pasado miércoles 2 de abril nos reunimos, a instancias de Asofondos, experimentados economistas, ciencio politólogos y diversos analistas intentando responder preguntas como: i) ¿Qué hacer para revitalizar el crecimiento económico de Colombia, estancado en cerca de 2,5% anual (en su último quinquenio)?; ii) ¿Cómo elevar la productividad laboral del país y la formalización de sus mercados, lo cual mejoraría la seguridad social y el recaudo tributario?; y iii) ¿Cuáles son las condiciones de estabilidad fiscal que deben alcanzarse, tanto en gasto público como en recaudo tributario, para contener deterioro de “prima riesgo-país” y contener escalamiento en relación Deuda Pública Bruta/PIB, la cual se elevó en 5 pps en 2024 y llegó al actual 65%, amén del pago de intereses que comprometen 4,5% del PIB anualmente?
El diagnóstico sobre estancamiento en crecimiento es prácticamente de consenso: el crecimiento de largo plazo viene cayendo de 4,5% anual en tres décadas hacia 3,5% en la última y a solo 2,5% en último quinquenio, ver gráfico adjunto. Esto se explica por: i) fracaso en identificación de nuevas actividades (“green-field investment”) que atraigan Inversión Extranjera Directa en al menos +2% del PIB (llevándola a 5% del PIB anual), en vez de seguir estancados en 3% del PIB y concentrados en actividades minero-energético extractivas; ii) falta de aprovechamiento de los TLCs, como lo ha hecho México, Chile y Perú, aunque las oportunidades estratégicas “copy-cat” usadas por Asia (Japón, Corea del Sur, China o Vietnam) probablemente ahora son inexistentes en el área manufacturera; y iii) falta de calidad gerencial y de “enanismo empresarial”, lo cual está asociado a dificultades exportadoras y precariedad en atracción de talento internacional y tecnologías innovadoras (por su bajo tamaño).
Superar esta situación requiere apoyo en entorno macro apropiado a nivel institucional y trabajo paralelo a nivel microempresarial, amén de relocalización de empresas para generar clústeres adecuados y la reducción de los llamados “costos Colombia” (laborales, energéticos y logística-transporte).
Los problemas de baja productividad y alta informalidad están allí entronizados en ese “enanismo empresarial” y no se limitan a la industria, sino que se manifiestan claramente en factores transversales, como lo ilustran las dificultades en expandir exportaciones agro-industriales. México logró superar tal enanismo; pero prevalecen serios obstáculos en las áreas de seguridad social y deterioro en violencia asociada al narcotráfico.
Hoy México es un país que opera con relativo éxito en su modernidad industrial, aprovechando bien su nuevo tratado Usmeca. Este le permitió modernizar también su sector servicios y no tiene dificultades pagando salarios mínimos homologados con los Estados Unidos. Pero, en paralelo, México muestra elevada informalidad y “enanismo-empresarial” con baja productividad en sectores no-exportadores; y existe un tercer país “de medio oeste” gobernado por el narcotráfico en al menos seis Estados Federales. Por contraste, Colombia tiene poco que mostrar de país moderno exportador, desaprovechando los TLC; y mucho de “enanismo-empresarial” y de agravamiento de violencia en Nariño, Cauca, Buenaventura y en zona del Catatumbo hacia Venezuela.
Las soluciones en todos estos frentes productivos en Colombia pasan por retomar la trayectoria que se traía para reducir los costos asociados a la seguridad social (Pila) y mejor provisión de los servicios básicos (aguas, energía y sabiendo planear mejor el ritmo de la transición energética); es la única forma de volvernos más competitivos a nivel global,
Por último, en el frente fiscal se tiene claro que el componente de gasto está presionado por razones de trayectoria poblacional (menos aportantes en seguridad social en términos relativos y más demanda por salud y gastos pensionales, incluyendo la gran carga de subsidios aprobados en la Ley 2381 de 2024). A esta presión estructural, ahora se le añaden las dificultades para identificar gastos del gobierno central que deban cederse a los territorios (hasta por 3% del PIB) y que permitan elevar el SGP sin elevar el déficit fiscal (como arriba se explicó).