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El Dane reportó que en julio de 2018 registró una sorpresiva deflación de -0,13%, cifra significativamente inferior al consenso del mercado (+0,12%), pero no muy distante de lo registrado un año atrás (-0,05%). Ello implicó una marginal reducción en la lectura anual de inflación hacia 3,12% (vs. 3,20% un mes atrás), explicado fundamentalmente por la reducción en la inflación de alimentos hacia 1,23% anual en julio (vs. 1,74% anual un mes atrás).
La mala noticia provino del repunte en la inflación core (sin alimentos) hacia niveles de 3,91% anual (vs. 3,81% un mes atrás), ver gráfico adjunto. Ese repunte en la inflación subyacente provino del precio del petróleo, equivalente a 37% anual en lo corrido del año frente a 2017 (con US$71/barril-Brent). Esto se ha reflejado en presiones-inflacionarias en rubros de transporte (+4,3% anual) y gasolina (+8,5% anual), a pesar de que la sorpresiva apreciación-cambiaria (a ritmos cercanos a 2% anual en lo corrido de 2018) ha amortiguado el efecto en la “fórmula de fijación” de los combustibles en el mercado-local.
A este cuadro de presiones de costos se suman los rubros de gas (+4,3% anual) y energía eléctrica (8,6%), afectando la inflación de regulados a niveles de 6,6% anual (vs. 5,6% un año atrás). Asimismo, la inflación de no-transables continúa mostrando fuerte inercia inflacionaria ahora a niveles de 4,3% (vs. 5,2% un año atrás).
En el plano global, Estados Unidos ha mostrado continuas aceleraciones a ritmos de 3% anual durante la primera mitad de 2018, explicado principalmente por el dinamismo en el consumo de los hogares. Sin embargo, las amenazas de guerra comercial y el menor estímulo fiscal podrían implicar desaceleraciones hacia 2,3% en 2019.
Bajo estas circunstancias, la tarea de retracción de la liquidez por parte del Fed resulta compleja, pues en paralelo se deben “pilotear”: i) los riesgos de mayor inflación, debido a presiones salariales; y ii) el objetivo de lograr un “pinchazo suave” de la burbuja accionaria del S&P500. Su tasa repo probablemente cerrará en 2,5% en 2018 (vs. 1,5% de inicios de año).
En Colombia, los indicadores líderes han empezado a mostrar señales de recuperación moderada en industria y comercio para la segunda mitad de 2018. La confianza de los consumidores también ha mostrado niveles positivos (incluso observándose lecturas del +15 vs. su promedio histórico de +11), aunque ello tiene que ver más con elementos prospectivos del indicador.
Sin embargo, persisten señales negativas en el mercado-laboral, donde la tasa de desempleo ha promediado 10% en lo corrido del año a junio de 2018 (deteriorándose en 0,2 pp).
A pesar de que las señales de recuperación aún son frágiles, las recientes presiones inflacionarias (arriba comentadas) obligaron a la Junta del Banco de la República (BR) a extender su período de pausa en su política anticíclica en su última reunión de julio. Ello estuvo en línea con el pronóstico del mercado, donde 100% de los encuestados recomendaba y esperaba que el BR mantuviera inalterada su repo en 4,25%.
En opinión de Anif, el moderado ritmo del repunte económico aún podría ameritar una rebaja adicional en la repo del BR hacia 4% al cierre de 2018. Sin embargo, ello estará condicionado a comprobar alivios en las presiones de costos, lo cual inicialmente avizorábamos ocurriría en el mes de septiembre, pero que podría ahora extenderse un poco más. Por ello, para la próxima junta del BR, Anif recomienda y espera que la tasa repo se mantenga inalterada en 4,25% actual.
En cualquier caso, el BR deberá sopesar las presiones inflacionarias externas con el pobre desempeño del sector real, teniendo en cuenta que los impulsos monetarios lucen algo exhaustos y no se tiene margen alguno para políticas fiscales contra-cíclicas. Esto implica que tendremos que contentarnos, por el momento, con una repo-real (computada contra la inflación “sin-alimentos”) con valores de estímulo moderado, ubicándose en 34 pb (= 4,25% repo-nominal - 3,91% inflación sin alimentos).