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La pugna política más común por estos días ha tenido que ver con la “elasticidad fallecimientos a PIB-real”. Mientras los gobernantes locales propugnan por no más confinamientos para revitalizar su actividad económica, los gobernantes nacionales enfrentan el desafío de evitar graves rebrotes infecciosos del covid-19.
A juzgar por lo que ocurre en Europa, la situación es delicada. París tuvo que recurrir a “toques de queda” nocturnos, mientras la juiciosa Alemania ha tenido que endurecer reglamentos para cumplir distanciamientos sociales. En Estados Unidos ha resultado difícil distinguir entre las primeras oleadas y los rebrotes. Además, viene escalando la mortalidad en lugares con bajas densidades, como los Estados de Dakota y Montana. Nueva York ha extremado alianzas con sus vecinos para monitorear de cerca nuevos contagios.
Pero ya se tienen importantes avances en la fase-3 de farmacéuticas que puntean en la carrera por encontrar vacunas (Moderna, Pfizer y JJ). Esto a pesar de que hubo pausas por cuenta de casos anómalos en fase-3 en muestras de hasta 60.000 personas, focalizados en Brasil y Sudáfrica.
En el caso específico de Colombia, hemos visto con buenos ojos los movimientos público-privados para establecer un Comité Asesor para la adquisición de dicha vacuna, cuyo costo bordearía los US$600 millones y cuya expectativa de inicios de su masificación se tiene para finales de 2021. Se están haciendo las alianzas estratégicas del caso, tanto a nivel de organismo internacional como con países cercanos (Chile) para lograr un oportuno acceso. Pero en cualquier caso será un proceso cuyo éxito solo podrá estarse evaluando durante el primer semestre de 2022.
Esto implica que el daño socio-económico del covid será inmenso y prolongado, donde pronosticamos que tan solo en 2022 el grueso de América Latina (Colombia incluida) estará alcanzando nuevamente los niveles de PIB-real que se tenían en 2019. Las tasas de desempleo regionales se habrán duplicado y estarán bordeando 10%; en nuestro caso, dicho desempleo persistirá en niveles cercanos a 14% y podría ser aun peor si el gobierno Duque deja pasar la oportunidad de realizar ajustes estructurales a costos de contratación laboral que actualmente son de los más altos de la región.
Las formulas técnicas para incrementar el recaudo tributario y lograr bajar esos costos no-salariales de 50% hacia 30% ya se conocen, luego lo que se requiere liderazgo político-partidista, el cual aún no aparece.
Por el contrario, el mes de octubre-2020 ha sido de continua “crisis política”: los partidos distraídos en insulsas escaramuzas de “referendos” que no conducen a nada sustantivo; la JEP estupefacta frente reconocimientos de atroces magnicidios y reclutamiento de menores; fraccionamiento entre gobernantes nacionales y territoriales por cuenta de los tradicionales paros-políticos que manipulan las “mingas-indígenas” y con el consabido eco de Fecode; y el gobierno acallando a sus tecnócratas que venían promoviendo una sana discusión nacional frente a urgentes reformas estructurales.
Si bien Colombia “compró” importante tiempo en marzo-mayo para el aprestamiento en salud-pública durante el segundo semestre de 2020, las cifras indican un ineludible curso hacia una convergencia-global en tasas de mortalidad covid. El gráfico adjunto ilustra lo que ha sido dicha convergencia, la cual inicio con tasas de mortalidad inferiores a los 100 fallecidos por cada millón de habitante en Colombia, mientras que a la altura de junio de 2020 dicha tasa ya bordeaba el registro de 600 de Gran Bretaña, Italia y España.
Pero durante julio-agosto ese registro de fallecimientos por covid se disparó hacia los 400 muertos por millón de habitantes en Colombia.
Si bien esa cifra en valor absoluto todavía era favorable para Colombia frente a los registros de los países más afectados, ya era evidente que el escalamiento en utilización de las UCIs hacia 75% nos ponía en franja de la mayor alerta y fue cuando se tuvo recurrir a nuevos confinamientos regionales y por barrios en las principales ciudades (siendo especialmente afectadas Bogotá y Medellín).
Estas ineludibles acciones de las autoridades nacionales y territoriales habrían de tener un efecto negativo sobre la reapertura económica. En efecto, recientemente el Dane reportó caídas cercanas a 10% anual en el ISE de agosto, lo cual hace prever que de esa magnitud será la caída del tercer trimestre. De ser así, la contracción del PIB-real será del orden de -7% en 2020, en vez de -5% inicialmente pronosticado.
Durante agosto-octubre del 2020, las muertes por covid en Colombia se han ido desacelerando del pico de 300 a unas 50 por día. De mantenerse esta tendencia, hemos estimado que para diciembre de 2020 estaríamos alcanzando un acumulado de fallecidos del orden de unos 33.000, cifra equivalente a unos 660 por cada millón de habitantes en Colombia. Nótese que esta cifra terminaría convergiendo a una tasa de mortalidad Covid similar a la de Estados Unidos, Chile o Suecia. Será vital mantener la guardia en alto en materia de salubridad pública para evitar escalar a las tasas de mortalidad covid del Brasil o Perú, bordeando registros de 750-1.100 por millón de habitantes, de las más altas del mundo.