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La difusión de los procesos digitales tiene dos facetas que muestran un elevado contrapunteo a nivel global actualmente. De una parte, está la faceta de “liberación” a través de las redes-sociales que dejan entrar la supuesta luz de la verdad (tipo Wikileakes) y de agilización de procesos. Esta última área de agilización es vista como la verdadera democratización del capitalismo, eliminando “intermediarios zánganos” (para usar la jerga Marxista).
Estos procesos están acelerando la difusión de mejores opciones para los compradores y estrechando los márgenes de intermediarios (sean ellos del área comercial o financiera). Si estos procesos continúan replicando lo que ha sido la “destrucción creativa” Schumpeteriana del último siglo, pues no habría que temer por el capitalismo y la democracia, ya que se estarían generando nuevas fuentes de empleo en el sector servicios.
Sin embargo, queda aún por verse si esta generación de empleo tecnológico logrará compensar la pérdida de empleos en los sectores tradicionales de agricultura, industria y comercio al por menor. Los resultados del “capitalismo cibernético y sin capital” aún están por verse en materia de riesgos de mayor concentración del ingreso y masivas pérdidas de fuentes de empleo, especialmente para la mano de obra no capacitada.
De otra parte, están los riesgos de que estos procesos digitales globales puedan llegar a minar la democracia a través del gran poder informativo centralizado que genera el “big-data” en manos del Estado.
Si bien ese Estado-público centralizado no es actualmente el generador de esos procesos, siempre podrá requerir el Estado-público esa información del sector privado (representando hoy por Facebook, Amazon, Apple, Netflix, Google, conocidos como los poderosos FAANGs).
Cabe entonces recordar las advertencias del economista Hayek y del filósofo Popper, ambos de la escuela Austriaca que estuvo en boga hace ya cerca de 70 años, sobre cómo ese gran poder centralizador y concentrador del capitalismo podría amenazar la propia democracia (ver The Economist, “Liberal Thinkers”, agosto 25 del 2018). Hoy vemos que estas advertencias son particularmente relevantes en la actual etapa de acelerada digitalización y centralización de la información. ¿Qué hacer al respecto?
En el caso de China y Rusia es claro que esa información centralizada en manos del Estado viene siendo usada para frenar los movimientos democráticos y para sesgarla a favor de los gobiernos actuales.
China controla toda la información digital, sea de celulares o de las redes sociales-computarizadas (ver gráfico adjunto); en Rusia se da una sensación de mayor libertad, inclusive con la difusión de empresarios capitalistas a quienes el Estado les otorga canales televisivos.
Pero en esto no cabe engañarse, pues Putin ha demostrado que cuando esos empresarios intentan apoyar la democracia y frenar sus continuas reelecciones, esos empresarios terminan presos, pobres y, varios de ellos, envenenados como si fueran espías occidentales.
El “big-brother” Estatal que todo lo vigila, a lo Orwell-1984, le está asegurando a Putin permanecer en el Estado ruso hasta 2024, cuando habrá completado cerca de 25 años en el poder.
¿Qué hacer frente a este riesgo de centralización de la información en manos potenciales del Estado? Frente a la gran con- centración informativa de las firmas FAANGs (arriba señaladas), parece existir consenso en que las propias regulaciones estatales deben ser preventivas y evitar que ellas ocurran, para empezar, en el propio sector privado.
Muchas de las adquisiciones recientes de aplicaciones que mueven el “big-data” (como Whatsapp o Instagram), impulsadas por las FAANGs no han debido permitirse.
En síntesis, el filosofo Popper criticaba a los “historicistas” por pensar que la democracia estaría protegida por la tendencia-histórica de las instituciones. Pero todos los miembros de esa escuela Austriaca (Popper, Hayek y Schumpeter) sabían bien el poder del Estado-centralizado, a través de la amenaza nazi.