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La crisis institucional de 2018-2022 ha incluido a economías maduras y sólidas. Estados Unidos tuvo que superar el fenómeno populista de derecha de Trump; Gran Bretaña optó por el impensable Brexit y Francia enfrentó protestas urbano-rurales lideradas por “chaquetas amarillas” de variada inspiración. Casi todas ellas terminaron instalando mesas de debate-público por fuera de sus parlamentos.
En realidad, dichas mesas se han vuelto “válvulas de escape” a los graves desmanes resultantes de tales protestas. Macron, por ejemplo, desactivó dichas mesas tras cuatro meses y de allí no salieron las soluciones a tan complejos problemas socio-presupuestales. Los manifestantes suelen clamar por mayor gasto público “afirmativo”, pero rara vez se ocupan de las fuentes de esos nuevos recursos. Ahora Macron reelecto estará en desventaja parlamentaria y difícilmente logrará avanzar en su agenda legislativa.
Había brillado por su temple la Alemania de Merkel (... con su atuendo de incansable servidora pública, lejos del modelaje y del arribismo político). Ángela recibió espontánea ovación nacional de seis minutos, a razón de medio minuto por cada año como Primera Ministra durante 2005-2021.
La oleada de protestas en América Latina, durante 2016-2022, tiende a equipararse a las de la Primavera Árabe de 2010-2012. Pero estas últimas han terminado mal en Libia, Túnez, Jordania, Egipto y Siria. A su vez, en América Latina todo apunta en la dirección de enfrentar serios problemas de gobernabilidad durante 2022-2030. La solución no está en entrar a reescribir las Constituciones, supuestamente nutriéndose del debate democrático de esas “mesas de diálogo”.
Boric, con aprobación de solo 25% tras seis meses de gestión, recibió la nueva versión de la Carta de Chile, modelo junio-2022. Y allí lo que se destaca es un ánimo “multinacionalista y de Estado garantista” que, en sí mismo, no habrá de resolver los graves problemas de polarización política.
Este ha sido el trabajo de 155 Constituyentes que en su mayoría carecían de experiencia legislativa y donde pocos eran profesionales de las ramas jurídico-económicas. El Perú, Castillo no solo fracasó en sus intentos de reformas constitucionales, sino que va por su cuarta crisis de gabinete, con menos de un año de gestión. En Colombia escuchamos, durante las campañas políticas de 2022, inclusive voces de centroderecha impulsando ingenuamente reformas constitucionales como supuesta solución.
Cabe recordar que nuestra Carta-1991 tan solo acaba de cumplir 30 años, mientras la anterior nos había durado un Siglo. Mi balance sectorial de lo alcanzado por ella ha sido: i) bastante positivo en lo relacionado con los entes-autónomos (Banco Central, Autoridades de Servicios Públicos como energía-aguas); ii) apenas aceptable en lo referido a los servicios de salud y el proceso de descentralización; y iii) bastante pobre en lo que tiene que ver con la rama judicial y la educación-pública (ver Clavijo, 2015, “Avances Institucionales”).
Esta buena plantilla de la Carta-1991 debe poderse aprovechar de mejor manera a través de elevar el recaudo de 14% hacia 16% del PIB y focalizando de mejor manera los recursos hacia los más necesitados. Vale la pena tomar conciencia sobre cómo veníamos en los diferentes aspectos durante 2000-2019 (antes de la pandemia) e intentar evaluar donde estarán los mayores desafíos para la Administración Petro del periodo 2022-2026.
Macro-Estabilidad. Si la medimos a través de la simple métrica del “índice de sufrimiento macroeconómico” ( = Desempleo + Inflación - Crecimiento), en el cuadro adjunto se observa que Colombia había logrado reducirlo del 16% hacia 11% durante 2000-2019. Sin embargo, este índice se ha deteriorado hacia 14%, resultado de haberse elevado el desempleo promedio hacia 14% y la inflación hacia 8% en 2022, al tiempo que el crecimiento estará cerca de 6% en este año.
Lucha contra la pobreza. Allí mismo se observa que Colombia había ganado mucho en la lucha contra la pobreza al reducirse de 45% hacia 35% la pobreza monetaria durante 2000-2019, en línea con lo ganado en el resto de América Latina. Sin embargo, todavía estábamos lejos de alcanzar los progresos de Chile al haberse reducido allí dicha pobreza a solo 10%. El impacto de la pandemia-Covid sobre la pobreza-monetaria ha sido grande, pues esta se había elevado a 39% en 2021 y seguramente llegará al 45% en 2022. Esto implica nulo progreso en pobreza al comparar 2022 con 2000.
Ascenso de la clase media ampliada. Esta había llegado a representar 63% de la población en 2019 (incluyendo allí la porción vulnerable de 38%). La clase media propiamente dicha se había elevado de 15% a 25% durante 2000-2019, pero seguramente caerá hacia el 20% durante 2022-2024. Esto implica que, en su versión ampliada, la clase media caerá del 63% hacia 47%. Contener este descenso es uno de los retos más grandes que tendrá la Administración Petro durante 2022-2026.
Reducción de la desigualdad. Por último tenemos el coeficiente Gini-ingresos que había logrado reducirse del 0.55 hacia el 0,48 en las dos décadas anteriores. Pero este seguramente estará en 0,51 en 2022. Una tributación más progresiva y mejor focalización del gasto público ayudarían a reducir nuevamente dicho coeficiente de desigualdad social, tal como lo anunció el ministro Ocampo recientemente.