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Analistas 05/08/2024

Revolución, reflexión y praxis: romanticismo alemán

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

En esta nota me referiré al impacto global de la Revolución Francesa (1789), las reflexiones profundas que esta generó a nivel de la literatura, filosofía y ciencia en Alemania (1794-1830). También sobre la praxis de la liberación de Alemania del yugo imperial y posteriormente de las propias colonias españolas y británicas.

Esta historia tiene un final feliz para la humanidad, pues a partir de 1830 se aceleró el proceso (aunque de largo aliento) para la liberación de las colonias, la superación del esclavismo. Después se consolidarían los derechos fundamentales y la democracia representativa.

La razón para pensar en estos temas me viene inspirada por la maravillosa obra de Andrea Wulf (2022, “Magnificent Rebels”), ganadora del Premio Costa & Royal Society. Andrea se ha superado como historiadora detallada y amena, tras habernos deleitado con “La Invención de la Naturaleza” (2020), donde relataba la fascinante vida de Alexander Von Humboldt. Hoy el mundo lo reconoce como precursor del concepto del “medio ambiente”.

Revolución, reflexión y praxis: romanticismo alemán
Gráfico LR

Este relato se torna aún más interesante si lo miramos en retrospectiva. Al cierre de su obra “Magníficos Rebeldes”, Andrea nos cuenta que, durante 1794-1799, y gracias a la consolidación del grupo de “pensadores de Jena” (ciudad ubicada a unos 100kms al sur de Leipzig), las ideas libertarias que venían de la revolución francesa fueron profundizadas y posteriormente implementadas (1805-1830) por los revolucionarios de Gran Bretaña y de los Estados Unidos.

Así que ese movimiento del romanticismo alemán tiene su cuna en los “pensadores de Jena” y han sido sus ecos tal vez mucho más conocidos que sus orígenes. Hoy resuenan más Lord Byron, James Joyce y las universidades alrededor de Boston, gracias a difusión de las ideas de Jena a través de Thoreau, Ralph Waldo, Walt Whitman, Alan Poe y hasta del psicoanálisis de Freud.

El grupo de Jena trabajó en todos los frentes humanistas. En el campo de la literatura y la poesía fue líder Goethe, enfrentando esa gran dualidad de ser admirador de Napoleón, al punto de haber sido miembro de “la legión de honor del Emperador” (ver cuadro adjunto). Y solo tardíamente logró Goethe liberarse de las contradicciones napoleónicas y liderar el romanticismo alemán, precisamente tras su invasión a la ciudad de Jena en 1806. Por esa misma época, Goethe logra publicar la primera parte de su gran obra “Fausto”. Allí nos revela Goethe, inspirado en sus debates con Alexander Humboldt, la ambivalencia al interior del llamado “conocimiento-total”, bien a través de las ciencias y su supuesta complementariedad con las artes. Se preguntaban todos ellos: ¿Cómo fusionarlas sin demeritar cada arista de sus componentes? ¿Cómo alcanzar el conocimiento total y la realización plena del ser (“itch”)?

Es ese mismo Fausto-Goethe el que hace el pacto con Mefistófeles-Diablo para recibir su apoyo en descifrar esa ambivalencia del conocimiento total. Fue esa visión global humanística la que posicionó a Goethe como el conciliador natural al interior del grupo de pensadores de Jena, refugiándose en la dramaturgia como el área a la cual todos confluían.

La ciencia experimental de Alexander Humboldt en la Orinoquia (caballos atravesando pantanos llenos de anguilas generando electricidad-galvánica) también inspiraría la obra de Frankenstein (de Mary Shelley en 1816). Bien puede concluirse que ese grupo de Jena tuvo tres grandes líderes: i) en las artes fue Goethe (apoyado por Schiller el de “Oda a la Humanidad”, Wilhelm Humboldt - hermano de Alexander - y Schlegel); ii) en la ciencia fue Alexander Humboldt (con apoyos de Bomplant y posteriormente inspirando a Darwin); y iii) en la filosofía fue Fichte, siguiendo a Kant, pero siendo desbordado por la fuerza analítica de Hegel (ver cuadro resumen).

Existieron, sin embargo, mujeres líderes que la historia ha ido rescatando de aquella época en la cual su figuración como autoras o artistas automáticamente “desvalorizaba” la obra, dada la aprehensión machista (aun al interior de la Alemania libertaria). En primer lugar, se destaca Carolina Böhmer como la inspiradora del grupo de Jena, pues no solo era admirada por Goethe, sino respetada por todo el grupo de Jena. Se casó en tres ocasiones, enfrentó cárcel y logró liberarse de prevenciones sobre las supuestas incapacidades intelectuales de las mujeres. Aún hoy día son admiradas sus pioneras traducciones al alemán de las obras de Shakespeare; era una aguda crítica literaria, sin la cual el grupo de Jena hubiera carecido de su espíritu abierto.

La otra figura admirable fue Madame Staël, de origen francés, pero al ser desterrada por Napoleón, ella ayudó a construir ese romanticismo alemán, revolucionario e integrando Arte & Ciencia. La publicación de su obra “Germany” enfureció al propio Napoleón, al ponerle de presente que el ideario de la revolución francesa estaba siendo traicionado y que era ese espíritu libertario alemán el que debía reivindicarse, tal como ocurriría a manos de J. S. Mill en Gran Bretaña y del grupo de americanos (arriba señalados).

La persecución de las líderes feministas, como Carolina Böhmer y Madam Staël, secundada por la nobleza alemana, casi triunfa y ello hubiera sepultado el legado histórico del Grupo de Jena, el cual hoy es resaltado (en hora buena) por otra mujer de tanta valía como Andrea Wulf.

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