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El Estado social de derecho y la democracia son interdependientes, se complementan en la búsqueda de un sistema justo y participativo. Esta combinación permite crear un entorno en el que la legitimidad del poder surge de la participación ciudadana, orientado hacia la justicia social y el bienestar colectivo. La democracia permite entre principales asuntos, la alternancia en los gobiernos y sus controles a través del sistema de pesos y contrapesos.
La democracia garantiza seguridad jurídica y respeto a las instituciones. Por ello, principios democráticos relevantes constitucionales, son el respeto y la defensa de los derechos fundamentales, la participación ciudadana y la separación de poderes públicos: deben defenderse a capa y espada. Se requiere una ciudadanía comprometida en este propósito superior.
Además, la democracia fomenta la inversión, la que genera empleo y justicia social. La defensa y el fortalecimiento de la democracia, nos debe unir a todos los colombianos, como bien lo señalan líderes de opinión y ex ministros de estado, como Fernando Carrillo Flórez, quien hoy presentará su libro ‘Sin miedo, defender la democracia desde la democracia’, en el que aborda los riesgos actuales en este empeño, como son el autoritarismo y la polarización.
Colombia enfrenta desafíos estructurales que demandan soluciones concertadas y liderazgo en todos los frentes. El sector productivo tiene la responsabilidad de ser un actor propositivo en esta construcción. La democracia prospera con confianza, transparencia y un debate público racional. Por eso, el sector privado no debe limitarse a la generación de riqueza, sino también contribuir al bienestar colectivo fomentando el diálogo social y promoviendo acuerdos, con apoyo de los gremios empresariales.
El progreso económico y social es inviable en un contexto de desconfianza, polarización o incertidumbre institucional. La democracia no se opone a los intereses económicos, los potencia y los apropia para el bienestar general. En un entorno democrático, las reglas son claras y la competencia es justa, lo que garantiza el crecimiento sostenido y la equidad. Hoy más que nunca, el liderazgo empresarial debe ser un referente de confianza. Debemos recuperar y fomentar un entorno positivo que permita al emprendimiento y a la actividad empresarial prosperar.
Por otra parte, la educación es pilar para el progreso colectivo, ya que forma ciudadanos conscientes y participativos, y por sobre todo con capacidad de incorporase al sector productivo. La inversión en educación es clave para fortalecer la democracia, reducir las desigualdades y promover la innovación.
Desde lo empresarial, el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la calidad de vida de los colombianos. Sin democracia no hay empresa, y sin empresa no hay desarrollo, ni empleo, ni bienestar. El compromiso de los líderes empresariales y la ciudadanía, debe ser el fortalecimiento democrático, acompañado de la promoción de la formación educativa que permita que los jóvenes ingresen de manera calificada al mercado del emprendimiento y en general al mercado laboral.