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De la manera más súbita e inesperada, sin consultarnos, se nos ha concedido el permiso de parar, bajarle la velocidad a la rutina, al día a día, y volver a lo esencial. Dicen que toda crisis es una oportunidad. Un cliché que se vuelve doloroso cuando la crisis está amenazando la vida de millones de personas en el mundo. Aún así, un adagio lleno de verdad.
Es cierto que la incertidumbre por la imposibilidad de predecir cuánto tiempo durará el riesgo de propagación del virus y la ansiedad por no poder medir las eventuales consecuencias en lo social y económico, dificulta ver claramente una ventana de oportunidad. Pero está dada.
Los últimos acontecimientos han logrado que las personas vuelvan a pensar en lo básico: cómo garantizar su seguridad física y su salud, cómo tener alimento, cómo ayudar a que los otros estén bien. La solidaridad que despiertan situaciones de crisis como esta es lo más destacable en medio de los titulares alarmantes y las disputas políticas a diario.
El distanciamiento social voluntario, o impuesto por mandato, resultó ser una oportunidad para fortalecer las relaciones personales, aunque resulte paradójico. Estar en casa es el regalo de tener más y mejor tiempo de calidad en familia, es ver a los hijos a plena luz del día, es llamar a ese amigo con el que se ha perdido contacto -parece una contradicción, pero si no fuera por el aislamiento muchas videollamadas no se hubieran realizado y habrían quedado en cafés pospuestos-.
Aunque estar en casa supone un desafío para muchos, especialmente para aquellos que no tienen un hogar, es también la oportunidad de reencontrarse con su propio ser. Es empezar, por fin, ese libro nuevo sin desempacar o terminar el que está pendiente; es tomar el café de la mañana sin afán, vestirse sin códigos y etiquetas priorizando la comodidad, disfrutar – o no- de la cocina, es descubrirse un poco más cada día en ese refugio llamado hogar. Es volver a lo esencial.
Las circunstancias también les han abierto paso a iniciativas sencillas: clubes de lectura virtual, servicios sociales online, desde matemáticos para ayudar a resolver tareas de los niños, servicios de psicólogos para brindar apoyo en medio de la crisis, hasta recetas de cocina para variar y ser creativos con los menús en casa. Ideas solidarias para paliar la crisis y fortalecer los lazos como comunidad (virtual).
Tiempos como los que vivimos hoy, sin precedentes para esta generación, llaman a actuar pensando en colectivo y en aquellos que no tienen alternativa o no pueden decidir quedarse en casa (profesionales del sector salud, personas sin hogar, trabajadores informales, entre otros). Sin duda, se debe exigir coordinación, acción y seguimiento a los gobiernos para prevenir mayores impactos en lo sanitario y económico, sin olvidar que tenemos un rol determinante como ciudadanos y que despojarse de unos privilegios hoy es también una oportunidad.
Quizá después de la crisis, como dijo el escritor Manuel Vilas, cuando la vida regrese, le pediremos menos cosas y tendrá sentido todo esto.