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Se abre debate sobre manejo de la economía en el próximo gobierno. Vargas Lleras e Iván Duque toman la delantera en el tema. Dudas sobre el plan del ex vicepresidente.
“El corazón de nuestro programa económico es recuperar el crecimiento económico”, es la frase con la que Vargas Lleras encabeza su programa económico como candidato a llegar al Palacio de Nariño en agosto próximo, promesa por la que hay que hacerle un reconocimiento: solo él e Iván Duque Márquez, quién casi con seguridad será el candidato del Centro Democrático del expresidente Uribe, son los únicos que han trascendido el debate electoral presentando ideas sobre el manejo de la economía en sus distintos aspectos, con la aclaración que Duque es experto en el tema, en tanto que Vargas Lleras lo es con sobrados méritos en el manejo de los asuntos políticos.
A la fecha, los demás aspirantes solo han tenido frases sueltas y sin profundidad sobre este asunto clave de la vida nacional, siendo justos con Robledo y Petro quienes tienen una “carga ”teórica profunda contra el establecimiento, pero que por los resultados de la gestión progresista en Bogotá y el fracaso de Maduro y Chávez no quedan bien parados como potenciales gobernantes aquí, no siendo suficiente su seria y documentada elocuencia parlamentaria. Los demás opcionados -Fajardo, De la Calle y Claudia y Clara López- requieren sentarse a pensar en el tema, más allá de las oraciones aisladas y en su momento se evaluarán sus planes. Por ahora se concentran en el tema de la negociación con las Farc y sus consecuencias, pero Fajardo tiene un equipo trabajando.
Las estrategias planteadas en el documento “primero” de Vargas “Nuestra política económica y tributaria ”incluye unas estrategias con las que nadie puede estar en desacuerdo ni desconocer su seriedad: impulsar la inversión privada, retornar el dinamismo de sectores clave, asegurar los resultados de la inversión social y mejorar la eficiencia del Estado y reformar la justicia. La gracia de V. Lleras es haber salido primero a exponerlas, pero los demás candidatos no se alejarán de ellas y nadie les puede impedir hacerlas suyas o alguien cuestionar por qué están en los planes de desarrollo de los gobiernos de los últimos lustros y no descalifica presentarlas ahora. En realidad son obvias. Definidos los candidatos del Centro Democrático, del Liberalismo y la Alianza Verde, deberá decantarse el asunto.
El modelo se agota
Sin embargo, los tiempos han cambiado y en eso parece que ni Lleras ni su equipo han caído en la cuenta. Entre los estudiosos se ha comenzado a pregonar que en la realidad el modelo económico y social del país se ha agotado usando los instrumentos tradicionales y se requiere mucho más que ser serios u ortodoxos en el sentido clásico. Los datos son contundentes: el crecimiento de la economía escasamente llega a 2%, el desempleo está parqueado en 10%, las exportaciones no van bien, así se tome el dato de un mes para resaltar, uno de cada cuatro colombianos vive en la pobreza, nuestro país tiene un deshonroso segundo lugar en desigualdad en América Latina, solo superando a Honduras y séptimo en el mundo. La industria y el campo están frenados. Y es ahí donde está la primera limitación de los planteamientos de Vargas: no expone cambios relevantes para salir del “atolladero” en el que nos encontramos. En eso, Duque parece tenerlo más claro, al introducir variables que van más allá del mero manejo macro: su audacia en temas como el impulso a las industrias creativas, Economía Naranja, que hoy hace parte fundamental de una nueva era industrial en la que la innovación -mezcla de a tecnología y el talento- le dan mayor capacidad para competir a las empresas. Y plantea estímulos para empujar a esas actividades y otras como el agro y el turismo, todo ello incluido en un libro y un catálogo de 162 propuestas.
El modelo económico de Vargas Lleras es conformista con el pasado al creer que el punto central para recuperar el crecimiento económico se basa en una reducción de impuestos a las empresas y dueños del capital para que ganen más y así inviertan más. Quizá no alcanzó a leer la carta que 400 billonarios gringos le enviaron a Donald Trump la semana pasada, descalificando esa idea y diciéndole que ellos no necesitan una rebaja de impuestos, sino una mejor asignación de los recursos en favor de los más necesitados y reclaman una mayor equidad social.
Así como se critica el populismo de los políticos de izquierda para darle solución a los problemas de los pobres, se puede hacer un parangón en el caso de Vargas Lleras con su fuerte “populismo empresarial”, con la idea de congraciarse con los objetivos del sector privado. Es cierto que no se discute que deba hacerse una reducción moderada en los impuestos de las empresas para que apoyen el crecimiento y la inversión, pero Vargas Lleras estaría exagerando con riesgo no medido en el entendido que “en economía no hay almuerzo gratis”, el costo terminará pagándolo el resto de la sociedad.
Según la agencia de noticias Bloomberg, este candidato es el ideal para los inversionistas extranjeros debido a su propuesta de recortar la tasa impositiva de las empresas, pero el problema “es que sus propuestas ponen en riesgo la calificación de grado de inversión ganada con tanto esfuerzo por el país”. Una baja en el grado de inversión crearía un ambiente de desconfianza que a su vez inhibiría la inversión que se pretende fomentar.
Y sin mucho conocimiento de las implicaciones del asunto, Vargas fue más allá en el lanzamiento de su programa al afirmar que “La regla fiscal de hoy es insostenible. Hay que flexibilizarla, por lo menos durante el período de transición a ver si una reforma tributaria como la que vamos a proponer tiene éxito”. Una apuesta demasiado riesgosa que puede ser muy costosa y pone nerviosos a los mercados. Su idea de ensayar no parece responsable.
Iván Duque, del Centro Democrático, también propone una reducción de la tasa nominal de renta de las empresas, pero es más moderado y cauto, pues no está de acuerdo con la modificación de la regla fiscal. Abiertamente ha dicho que en forma paralela hará desde la Presidencia un recorte fuerte en los gastos del gobierno, distintos al área social e inversiones estratégicas, pero hasta ahí. Pese a su juventud es ponderado.
“Irrealismo mágico”
El costo de la reforma tributaria propuesta por Vargas Lleras es nada despreciable y la magnitud para nuestro país puede ser mayor a la que ha propuesto Trump para Estados Unidos. De acuerdo con la evaluación presentada, la disminución de los ingresos de la Dian por renta a las empresas ascendería a $72 billones en cinco años (2020-2025), la reducción de IVA a bienes de capital y menores aranceles por su importación valdría $38 billones y otros $30 billones por desaparición del impuesto de timbre y descuento de 4 x 1.000, para un total de $140 billones, cifra superior al presupuesto nacional de 2018.
¿Y de donde saldrá esa plata para compensarla? Vargas calcula que en seis años obtendrá $ 270 billones por “Recaudo por reducción de la evasión y el contrabando de 40% a 20%”, a todas luces irreal, pues la explicación de estos fenómenos no es un asunto meramente de administración o eficiencia de la Dian y de los organismos de control, sino en buena parte de la estructura de la economía colombiana que alimenta la informalidad y la evasión, de las actividades ilícitas, narcotráfico y de la competencia desleal.
Los analistas de Moody’s, Fitch y Nomura Holdings Inc, han dicho sobre el tema en distintos medios, según la agencia mencionada: “Muchos, muchos países generalmente dicen que una de las medidas que implementarán para abordar los bajos ingresos o mejorar las métricas fiscales es hacer frente a la evasión fiscal y mejorar la eficiencia del gobierno...Desafortunadamente, la evidencia muestra que eso es muy difícil de lograr”.
En este sentido, parece contradictorio que mientras se pretende atacar con fuerza las prácticas de contrabando y evasión, por otro lado esté planteando “desgravamen total para las inversiones de portafolio que realicen en Colombia los extranjeros que no tengan residencia ni domicilio en el país”. Esa idea no parece compadecerse con el esfuerzo que durante muchos años se ha hecho en Colombia para controlar y evitar los peligros que representan los capitales “golondrina” que van y vienen por el mundo en busca de rendimientos especulativos. Otro riesgo demasiado grande, al igual que plantear sin restricción alguna la terminación de la renta presuntiva que castiga suavemente a patrimonios ociosos o actividades difíciles de fiscalizar.
El programa de Vargas Lleras en materia económica no aborda para nada asuntos como la equidad y desigualdad, como tampoco temas que preocupan como la creciente asfixia de la clase media. Por el contrario, deja sospechas sobre quién cargará con los costos de los menores impuestos para la empresas, con frases como esta:
“Lo que se persigue con nuestra Reforma Tributaria es obtener una mejor distribución de la carga, reduciéndola sustancialmente para quienes tradicionalmente han sostenido al Estado y que actualmente están sometidos a cargas confiscatorias. Por eso, se requiere aumentarla para quienes tradicionalmente han evadido o eludido sus obligaciones”. A quién se refiere? ¿A los asalariados de ingresos medios y altos quienes no tienen escapatoria? En los siguientes meses de campaña, Vargas Lleras y su equipo deberán aclararlo este y otros aspectos de su propuesta y los demás candidatos mostrar sus cartas.