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En la actualidad, destacan grandes discusiones en torno a la generación de consensos sobre temas fundamentales, como el “desarrollo económico” e incluso el término de “sostenibilidad”. Sin embargo, en el núcleo de las actividades económicas emerge un concepto que sigue captando la atención de expertos, académicos y gobiernos: el emprendimiento. Un ejemplo es el Conpes 4011, también conocido como la Política Nacional de Emprendimiento, que resulta insuficiente al intentar definir un marco conceptual robusto sobre lo que este realmente implica.
El emprendimiento suele confundirse o malinterpretarse como una simple actividad de comercialización de bienes y servicios, un error que se ha arraigado desde las escuelas, universidades e incluso el mercado. De esta confusión surgen importantes interrogantes:
¿Todo empresario es un emprendedor? ¿Quiénes pueden emprender? ¿Qué significa realmente emprender?
Joseph Schumpeter, considerado uno de los pioneros del concepto moderno de emprendimiento, define al emprendedor como un agente de cambio económico que introduce innovaciones y genera “destrucción creativa”. Otros autores, como Israel Kirzner y Steve Blank, asocian el emprendimiento con la capacidad de corregir ineficiencias y generar disrupciones en los modelos de negocio.
Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), solo 28 % de los colombianos en edad productiva (18-64 años) ha creado algún tipo de emprendimiento. Entre las principales barreras que explican esta baja tasa se encuentran la inestabilidad política, institucional y social, así como la alta informalidad laboral y empresarial. Un ejemplo de esto es la baja supervivencia empresarial: solo tres de cada 10 empresas logran mantenerse operativas después de sus primeros cinco años.
Este contexto es crucial para comprender los retos, tanto conceptuales como institucionales, que existen al intentar armonizar políticas de crecimiento y desarrollo productivo con la capacidad de fomentar esa “destrucción creativa” mencionada por Schumpeter.
En Santa Marta, actualmente se habla de la posible presentación ante el Concejo Distrital de una Política Pública de Emprendimiento e Innovación. Aunque Santa Marta es una de las capitales con la tasa de desempleo más baja (9,1 %), también tiene una de las tasas de informalidad laboral más altas (59,3 %), lo que evidencia la necesidad de una herramienta de planificación a largo plazo que impulse un entorno favorable para el ecosistema emprendedor local.
La inclusión de elementos clave como el acceso a mecanismos de financiamiento, la mejora en la gobernanza, la articulación interinstitucional y la colaboración entre actores es indispensable para promover una verdadera cultura de emprendimiento. Desde la Cámara de Comercio de Santa Marta para el Magdalena, estamos comprometidos con nuestro rol como actores clave en el fortalecimiento de este ecosistema.
“El emprendimiento es saltar de un precipicio y construir un avión en el camino hacia abajo”