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La economía en el Magdalena, representada por más de 610.000 trabajadores y cerca de 29.000 empresas, se ha visto inmersa durante años en un contexto que demanda tecnificación, diversificación e innovación.
Estos elementos son indispensables para un crecimiento sostenible y para la tan anhelada convergencia regional, la cual se ha visto condicionada por la ausencia de un esquema de costos competitivo, debido principalmente a la alta tarifa de energía eléctrica.
La estructura empresarial del Magdalena está conformada mayoritariamente por los macrosectores de comercio y servicios, que representan 89,9 %. De estas empresas, 97% son micros y 73% tienen personería “natural”, lo que crea un escenario especulativo y de baja confianza para la dinámica empresarial local y la generación de ingresos de miles de familias del departamento.
La energía eléctrica fue el servicio que más influyó sobre el crecimiento de los precios de la canasta básica familiar en el 2023. Además, la alta volatilidad a la que están expuestas las empresas y familias, las enfrenta a una decisión diaria: valorar el costo de oportunidad entre trabajar para satisfacer necesidades o pagar los recibos de energía eléctrica, que se incrementaron en 38,7 % entre abril de 2023 y marzo de 2024.
El primer paso hacia la competitividad es garantizar condiciones básicas de productividad. Actualmente, el Magdalena solo aporta 1,3 % a la economía nacional, tiene una incidencia en pobreza multidimensional superior a 20% y presenta una de las tasas de informalidad laboral más altas del país, de acuerdo con cifras del Dane (2022). Esto demanda la atención de las entidades territoriales y del Gobierno Nacional para participar en la toma de decisiones que impulsen el crecimiento que este departamento necesita.
A la espera constante de la presentación del proyecto de ley que busca aliviar la tarifa de energía de la costa, el desarrollo industrial sigue condicionado, las decisiones de inversiones nacionales y extranjeras se cuestionan y el bienestar de más de 12 millones de habitantes se ve cada vez más comprometido.
El Magdalena, con sus marcadas vocaciones productivas, su unidad empresarial y académica que empieza a proyectar planes de internacionalización y economías de servicios con enfoques de sostenibilidad, merece una mayor atención por parte del Gobierno Nacional.
Ad portas de los 500 años de Santa Marta, y enfrentando retos simultáneos como el acueducto, no hay mejor regalo para la ciudad más antigua del continente que ofrecer condiciones dignas para el desarrollo social y económico de esta región. Mientras otros departamentos del país buscan bienes de comodidad, en el nuestro seguimos buscando bienes de primera necesidad.