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Los sistemas de transporte masivo, buses o metros, están basados en la densidad. Solo si hay suficiente demanda, se justifica hacer las inversiones. Gracias al volumen se permite viajes por debajo de los $2.400. Bien diseñados son el transporte más incluyente, eficiente, y sostenible. Las medidas del covid-19 disminuyeron entre 85%-95% su demanda. De prolongarse, las motos lograrán convertirse en el principal modo de transporte.
Para empezar los sistemas de transporte masivo no venían bien. Fue un error pensar que los estimados de demanda del país se comportarían como Bogotá. Mejor crecimiento y tasa de cambio aumentó la tasa de motorización. Algunos alcaldes ni eliminaron la piratería ni las rutas paralelas. El afán de hacer obras sin tener la plata hizo que le cargaran esos costos al valor de los tiquetes. El conjunto de estos factores rompió el equilibrio financiero de los sistemas. Solo en Bogotá, seis de los siete operadores del Sitp ya estaban en régimen de insolvencia antes del covid-19.
Mientras haya cuarentena, no habrá viajeros suficientes. La red Simus estima que las pérdidas hasta abril son de $2 billones. Bogotá asume 60% de estas, pero varias ciudades están peligrando. Más polémica es la regulación de MinSalud que al limitar la ocupación a un metro por persona redujo la capacidad de los buses a 35%. Este experimento parece lógico, pero no tiene suficiente base científica, ha sido reversado donde lo han tratado. Durante mayo, de los 150 clúster de infección en Francia ninguno fue en el transporte público. Al no encontrar evidencia se eliminó. El mismo estudio en Austria de 355 clúster tampoco encontró vinculo. Japón reversó cuando comprobó que el éxito está en el tapabocas y protocolos de bioseguridad. Lo mismo ocurrió en España y Hong Kong. Inclusive, Nueva York está expandiendo los carriles exclusivos de buses para facilitar la movilidad durante la pandemia.
Este experimento aparte de las quiebras puede tener unas consecuencias sociales devastadoras. Los masivos fueron diseñados para llevar de cinco a siete pasajeros por metro cuadrado -no existe un sistema sostenible por debajo de cuatro-. Con estas restricciones y sin las entidades territoriales teniendo con qué subsidiar, la tarifa técnica sería de $10.902 en Bogotá, $21.072 Cartagena, $8.892 Barraquilla, $7.393 Pereira y $8.294 Bucaramanga. A estos precios la mayoría de colombianos pierde la posibilidad de ir al trabajo. MinTransporte ofreció ayuda liberando recursos de infraestructura para operación y ofreciendo garantías en endeudamiento para las ciudades. Útil, pero de mantenerse las restricciones la quiebra es inevitable, no hay chequera que aguante.
Reemplazar los 5,2 millones de viajes diarios de los masivos sería difícil. El sistema de buses tradicional está igual de golpeado y con las mismas restricciones. Taxis, Uber, y el carro particular están por fuera del alcance de la mayoría. Me encantaría decir bicicleta, pero para muchos las distancias no son viables. En Argentina, el 26 de mayo se empezó a subsidiar la compra de motos por su aislamiento. En Colombia ya son 60% del parque automotor. Tocara más bien fomentar la transformación hacia motos y bicicletas eléctricas porque estas están para quedarse.