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Analistas 23/05/2020

Juntas para el presente desafiante y el futuro incierto

Sonia Perdomo
Managing Partner de Odgers Berndtson en Colombia
Analista LR

El mundo está cambiando. Este es un hecho irreversible y es necesario adaptarse a la nueva realidad, desde todos los ámbitos de la vida. Quienes dirigen tienen una gran responsabilidad, porque sus decisiones determinarán la supervivencia o el fracaso de las organizaciones en el futuro próximo. Por ello, la labor de la junta directiva marcará -en gran medida- el rumbo de las empresas sin importar el sector al que pertenezcan.

La junta directiva deberá reinventarse y capacitarse para afrontar los retos actuales. Una de las principales responsabilidades de cualquier junta, es entender y afrontar las crisis cuando estas se presentan; sin embargo, esto no ocurre por inercia o porque así lo designen los estatutos de la empresa. La inteligencia directiva y las aptitudes de cada uno de los miembros de la junta serán determinantes para estructurar las soluciones y respuestas que esperan tanto la organización como los stakeholders y, más importante, la sociedad.

¿Cómo pueden adaptarse las juntas directivas a esta “nueva normalidad”?

La respuesta a esa pregunta nace del entendimiento que la organización y la junta tengan del nuevo contexto. Por eso es necesario observar con detenimiento cuáles son los perfiles que se requieren hoy en las juntas directivas para estos tiempos de Covid-19 y, sobre todo, para los que vienen. Los nuevos tiempos, con sus inesperados desafíos, no dan tregua y si estos perfiles no existen, será imprescindible la vinculación de directivos o miembros con la experiencia y disposición suficientes en estos campos, ya sea en la junta, a través de un comité de crisis o de un advisory board.

Financiero. Los efectos económicos y financieros de esta crisis son muy difíciles de calcular. Las organizaciones se han visto abocadas a una disminución de sus ingresos y, en consecuencia, a falta de liquidez para atender sus obligaciones. Hay necesidad de proteger la caja y muy seguramente de financiarse. Se hace vital un plan de reinvención por escenarios. Eventualmente habrá oportunidades de inversión. Actuar con prudencia debe ser la constante para cualquier directivo o miembro de junta. Esta competencia, además, ayudará a gestionar de una mejor forma los riesgos que, por esta época, pueden resultar inciertos o desconocidos.

Es momento de convertir a los bancos y proveedores en aliados estratégicos para buscar caminos de beneficio mutuo. De seguro valorarán a la organización aún más.

Recursos humanos. Las personas son lo más importante. Las decisiones deben estar encaminadas a que el último sacrificio en la organización sean los empleos. Este perfil debe atender realidades muy complejas que involucran no solo aspectos económicos o de rentabilidad sino historias de vida. Por ello, la salud y el bienestar de los empleados se convierten en un fin estratégico, humano y solidario en esta compleja coyuntura.

Por otra parte, la junta directiva debe prepararse para afrontar nuevos retos relacionados con el desarrollo de planes estratégicos de sucesión para los altos ejecutivos de la organización, incluido el CEO. Nadie está exento de contraer el virus o, incluso, sufrir otro tipo de afecciones relacionadas con el encierro o los cambios de hábitos. Así las cosas, el cuidado y el bienestar de todo el equipo directivo debe ser un asunto prioritario; los miembros de la junta deben conocer a plenitud los perfiles de quiénes podrían reemplazar a los directivos que, por alguna razón, incluido el Covid-19, se ausenten. En la medida en que haya una mayor preparación al respecto, será posible mitigar los riesgos que deriven en una crisis organizacional por una sucesión “inesperada”. Ya nada se puede considerar inesperado en estos tiempos.

Será necesario también reformular los indicadores de desempeño y KPI´s de la organización, pues desde hace dos meses la realidad cambió y es probable que la “nueva normalidad” sea permanente. Sin perder el foco en la estrategia, se deben establecer los criterios y prioridades. Lo que se planeó a finales de 2019 para la proyección en 2020, hoy en día prácticamente no tiene ningún sentido y por ello la gestión, los objetivos y las metas deben ser congruentes y engranar con una realidad no deseada pero inevitable.

Innovación y transformación digital. Hasta hace unos meses, el mundo atravesaba por la senda de la Cuarta Revolución Industrial. En cuestión de semanas todo cambió. El futuro llegó rápidamente. Es necesario que las juntas directivas entiendan que la inteligencia adaptativa, la agilidad en el análisis y la transformación son los factores diferenciales que ubicarán a la organización en la vanguardia. La innovación debe ser una capacidad transversal en las compañías. Es momento de asumir con humildad que muchas soluciones podrían estar en ese terreno desconocido que algunos ya han llamado la Quinta Revolución Industrial. Mientras más rápido se actúe para conocer este nuevo entorno, mejor.

Logística. Esta área ha sido uno de las más golpeadas durante esta coyuntura. En la mayoría de los casos, la producción se detuvo y aunque se ha garantizado la distribución al cliente final -incluso cuando en las primeras semanas se generó pánico en todo el mundo por las especulaciones acerca de un posible desabastecimiento- se requiere encontrar caminos innovadores y estratégicos para que las cadenas de abastecimiento sean funcionales y eficientes.

La mayoría de las organizaciones vivían en la cómoda cotidianidad que les permitía intercambiar, adquirir y vender en un mundo donde las fronteras eran casi imaginarias. Hoy eso no es posible y la junta debe soportar a la gerencia a través de acciones que den soluciones ante este gran problema. Afortunadamente, ya muchas organizaciones han diseñado estrategias que podrían servir de ejemplo para generar novedosos modelos tanto de producción como de distribución, lo cual permite no solo llegar al cliente, sino crear nuevas formas de fidelización.

Sostenibilidad. Desde la junta directiva, la sostenibilidad debe gestionarse como un valor esencial que consiste en garantizar el largo plazo de la empresa, aunque la situación exija soluciones y acciones inmediatas frente a panoramas de incertidumbre total.

Corresponde a la junta analizar con sobriedad esa balanza para alcanzar un equilibrio tal, que le permita a la organización solucionar el presente lleno de desafíos y urgencias y, a la vez, pensar en un futuro en el que no solo se visualice a la empresa como sobreviviente del desastre, sino como referente social, que generó los impactos más positivos para su entorno en medio de la crisis. En este sentido, el capitalismo consciente cobra valor, pues aquellas empresas cuyo único fin sea la rentabilidad no solo son obsoletas hoy en día, sino que son drásticamente cuestionadas por toda la opinión pública. Es hora de fortalecer la unidad organizacional por medio de objetivos trascendentes y de impacto positivo que sean comunes para la organización y sus stakeholders. Este será el verdadero legado para una sociedad que, con seguridad, avalará o condenará a las empresas, de acuerdo con sus actuaciones en estos tiempos difíciles.

El gobierno corporativo y, en especial, las juntas directivas deben afrontar hoy complejos retos, pero también es momento para descubrir valiosas oportunidades. No solo las organizaciones deben replantearse para su subsistencia; esta reinvención para asimilar de una mejor forma el “nuevo normal” debe originarse en las juntas directivas. En su sabiduría y sin perder de foco su fin estratégico, deben asumir la responsabilidad de garantizar que los perfiles descritos se articulen para superar esta coyuntura. Una visión clara, ágil e integral permitirá a la junta tomar mejores decisiones, orientadas a la preservación organizacional de cara a un futuro más esperanzador.

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